El Comité de Apelación retiró ayer la sanción de dos partidos a Ángel por haberse dirigido en los siguientes términos a Pérez Montero en el túnel de vestuarios de Los Pajaritos: «No nos has tratado a los dos equipos igual». Imaginamos que el árbitro vio en esa despiadada frase una sibilina acusación de imparcialidad. En un partido se hacen y se dicen cientos de cosas. Para evaluarlas y acercarse tanto como sea posible a los criterios de justicia, proporcionalidad y ecuanimidad, un colegiado no debe actuar a golpe de bolígrafo en su libreta sino con capacidad interpretativa, buen juicio y mesura, virtud fundamental para no caer en el exceso en un deporte que se juega con los corazones revolucionados y en el que la desconfianza entre los árbitros y los gremios de jugadores y aficionados es permanente. Una distancia que es imposible que se acorte con el constante fingimiento de muchos futbolistas y con actuaciones tan antojadizas como la de Pérez Montero.

Apelación corrigió ayer la desmesura del trencilla y Ángel podrá jugar mañana contra el Córdoba si su entrenador lo entiende adecuado. De todo este episodio con final feliz, el delantero canario también debe aprender y aplicarse. Ha sido indiscutible en las alineaciones, por lo tanto pieza importante para su técnico hasta el momento y Juan Muñoz le viene apretando con su gol de Soria y la predilección pública de Luis Milla por sus habilidades. Por una frase inocua, pero perfectamente prescindible, Ángel ha podido perderse dos partidos. Inteligencia. Más inteligencia.