La mente del ser humano recibe tanta información que para acumularla precisa de esquemas. Simplificaciones. Una vez adquiridas, estamos predispuestos a reforzar estas ideas. Es lo que Eli Parisier llama en El Filtro Burbuja, el «sesgo de confirmación». Bien lo saben los gigantes de la red como Google o Facebook. En función de nuestros intereses, un algoritmo selecciona la información que cree que más nos conviene. Se basa en nuestra búsquedas, en lo que leemos, en la gente con la que interactuamos, en los sitios en los que estamos... Nos muestran solo aquello que creen que encaja con nosotros para generar ese sesgo de confirmación. Nuestras ideas se ven reforzadas a través de cada búsqueda en internet. La información que coincide con nuestras ideas es sencilla y agradable. Nos gusta. Consumir lo que contradice nuestras creencias y convicciones es frustrante y complicado. Obliga a pensar. El algoritmo elimina los espacios en blanco y todo queda empapado por lo ya sabido. Nos nos ofrecen nuevas ideas, solo se refuerzan las que ya teníamos. Ni siquiera somos conscientes de que existen acontecimientos, ideas, ideologías importantes que nos estamos perdiendo. Ejemplos: Cataluña donde unos y otros creen tener la razón única, reforzados por los mensajes de cada bando. Ignoran las zonas de sombra, con otros argumentos. O más cerca, en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde hay quien deja en ese espacio en blanco a un hombre asesinado. Porque no entra en su esquema mental. Porque es más cómodo seguir en la burbuja.

*Periodista / @mvalless