La no obligación empresarial de pagar un canon a las cámaras de comercio ha privado a estas de unos ingresos que las está abocando a fuertes dificultades para equilibrar sus ingresos y gastos. En la de Zaragoza, tras una reestructuración de sus gastos que ha supuesto una reducción del 52%, todavía no le garantiza la viabilidad de su gestión. Un ERE para toda la plantilla y la previsión de venta de su patrimonio son los últimos cartuchos de la institución cameral para poder continuar su labor de ofrecer servicios a las empresas.