Ya conocen la noticia: Zaragoza Alta Velocidad (ZAV), la sociedad pública interinstitucional encargada de desarrollar el barrio del AVE, se ha quedado sin pasta. Como tardó mucho en poner a la venta los terrenos del entorno de la Estación de Delicias, el ajuste inmobiliario se le ha echado encima. Y anda, que está bueno el cotarro como para sacar al mercado (¡y mediante subasta!) aquellos bonitos solares de la Avenida de Navarra. Se pasó el arroz. Camarón que se duerme... a la cazuela.

La gestión de Zaragoza Alta Velocidad ha sido un desastre. Lo digo partiendo del plan inicial, que consistía en financiar la urbanización de la zona y otras infraestructuras anejas por el habitual y odioso sistema de pignorar suelo público ofreciéndolo al mejor postor. Ni eso supieron hacer cuando el ladrillo estaba cachondo. Y menos mal que aún tuvieron tiempo de rematar los primeros solares y de que Nozaleda, el empresario mexicano-aragonés, les comprara (y pagara a precio de oro) el más aparente.

Ahora hay que pedir créditos para seguir poniendo aquello en condiciones. La estación de Delicias, pese a todo, continuará muy sola y muy aislada. De la Milla Digital ya ni hablo, porque ésa es una de las ideas más interesantes que se han barajado en los últimos tiempos, pero bien se ve que está tan gafada como la propia Intermodal.

Hombre, haciendo virtud de la necesidad, tal vez fuese ésta la ocasión de replantear el barrio y dar plena cabida en él a la vivienda protegida o de precio tasado. O sea, que la propia ZAV promoviese directamente el desarrollo de una zona que bajo ningún concepto debería quedar convertida por años en un descampado.

Como cabía esperar, demasiadas cosas previstas en su día para el 2008 se van a quedar para más adelante. La Expo lo tapará casi todo. Pero a los altos jefes de nuestras instituciones, que tanto pote se dan, no debería pasárseles por alto el elevado número de fiascos e incumplimientos que llevamos a cuestas. Un poco más de eficacia gestora nos iría muy bien.