Estimados lectores; en más de una ocasión he afirmado con total rotundidad, que estamos en un país avanzado, pleno de derechos y libertades para con sus ciudadanos, inmersos en el concepto de la democracia y que a pesar que siempre hay algunos que pretenden calificarnos de algo diferente, solo se debe contrastar lo nuestro con los países más avanzados y si aun así se continúa en lo mismo, es que se hace con toda mala intención.

Después de haber afirmado esto, también debo decir que en lo concerniente al funcionamiento administrativo, todavía estamos lejos de alcanzar un estatus que me atrevería a afirmar de grado medio, pues andamos muy lejos de cómo están otros países como el nuestro y que la tecnología nos permitiría hacer realidad hoy.

Les voy a poner un ejemplo; cuando alguien desea constituir una empresa, el primer problema que tiene es elegir el nombre, que se lo autoricen por no existir y esto les puedo decir que es muy complicado, ya que el registro de nombres no se actualiza nunca y es posible que esté registrado incluso el nombre de la carpintería que tenía san José; al final se consigue y con el capital depositado en el banco y el certificado del nombre, vas al notario, debo aclararles que el dinero desembolsado para la constitución no les vale a la hora de pagar el notario, Hacienda y el Registro Mercantil, pues hasta que no tiene la escritura diligenciada por este último, el dinero está inamovible en el banco. Y esto ¿cuánto tiempo es?. Pues si tiene suerte y todo está correcto a la primera, de 15 a 20 días no hay quien se los quite; o sea que ya estaremos en un mes, desde que iniciamos los trámites para constituir nuestra sociedad y los nervios a flor de piel. No vamos a tener en cuenta si el propósito del negocio necesita licencia de apertura u otras cosas al respecto, pues en ese caso es posible que las ilusiones se conviertan en frustraciones.

Ahora vayamos al banco con nuestro proyecto, nuestro business plan y todas las ganas de poner el máximo esfuerzo en esa maravillosa idea que hemos tenido; va a escuchar lo siguiente: «Está muy bien pensado, pero ¿con qué avales cuenta?, cuando lleve un tiempo funcionando y veamos que todo responde a lo que nos plantea, estudiaremos la posibilidad de financiación». Y uno piensa en un chaval con pantalones cortos, camiseta y chanclas que entra al banco y les dice: «Miren en estos folios cuento como yo entiendo lo que será Microsoft y lo voy a hacer en el garaje de mis padres». ¿Ustedes creen que en España, hubiese tenido algún futuro Bill Gates?, les garantizo que no; pero esto no termina aquí, pues a quienes desean iniciar un proyecto empresarial, también cuentan con ayudas públicas, en formato subvenciones, que desde el momento de la presentación, hasta que se hacen efectivas, pasa al menos dos años, lo que significa que el proyecto ha podido no salir o que ha triunfado, en cualquiera de ambos casos ya no es necesaria subvención alguna.

En definitiva que este país nuestro, desarrollado en lo económico, avanzado en lo tecnológico, referencia en lo democrático, queda aparcado en el funcionamiento y apoyo de la creación de proyectos empresariales, que son los que generan riqueza y trabajo; hoy no deberían ser necesarios más de tres días para, desde el punto cero hasta terminar su total creación, realizar toda la burocracia necesaria; así mismo, el sistema financiero debería implicarse en la capitalización y financiación de las pymes que entendiesen tienen proyectos con futuro, porque con el sistema actual, no es posible conseguir otra cosa que bloquear el patrimonio personal de los emprendedores para garantizar el desarrollo de su ilusión; sin que quede al margen la maquinaria del Estado, en lo que denominan apoyo a los emprendedores, esto queda en anuncio sin efectividad real.

Espero que la nueva revolución industrial, basada en la transformación digital, permita que estas fórmulas actuales y arcaicas se entierren y den paso a otras más dinámicas y favorecedoras para la iniciativa personal.

*Presidente de Aragonex