La cultura nunca ha sido bien tratada en España. Preocupados más por lo suyo (el poder y el dinero) que por el país, los gobernantes españoles no se han preocupado por formar un pueblo culto. Primero porque al poder no le gusta que la gente piense, reflexione, critique y se interese por los asuntos importantes, y después porque ellos mismos, en general y salvo excepciones, han sido muy incultos. En casos como Carlos IV, Fernando VII o Isabel II su grado ignorancia competía con su manifiesta incapacidad para los asuntos públicos. Más recientemente Juan Carlos de Borbón jamás citó un solo libro, y Mariano Rajoy alardeó de que sólo leía un periódico deportivo. El conde de Sástago, virrey de Aragón, ya decía a fines del siglo XVI que no interesaba gente que supiera leer y escribir, sino siervos que labraran los campos.

Algo hemos cambiado, por supuesto, pero la cultura sigue maltratada por todos los gobiernos. Era una muletilla graciosa y una manera de atraerse, subvenciones mediante, a la gente del cine, el teatro y otras artes, los llamados "titiriteros" por la prensa más rancia. Algunos de esos, también denominados "los de la ceja" (por el gesto de apoyo a Rodríguez Zapatero), supieron arrimarse al poder y consiguieron no pocas subvenciones y privilegios. Esa idea de que la cultura vive de las ubres del Estado por las subvenciones se ha asentado de modo firme en la creencia popular. Es falso, pero desde los gobiernos de la derecha y sus medios de comunicación afines se ha transmitido la idea de que la cultura vive permanentemente subvencionada. Pues bien, la cultura, en todas sus manifestaciones, genera en torno al 7% del PIB español, pero sólo recibe una décima parte de las subvenciones estatales. Cualquier actividad económica (vivienda, comercio, automóvil, agricultura, ganadería, comercio) o social (educación, sanidad) está mucho más subvencionada que la cultura.

Pese a eso, la cultura no interesa al poder, y la maltrata; por ejemplo, una entrada a un espectáculo cultural está gravada con el 21% de IVA, mientras una revista porno con el 10%.

Tal vez por eso, ni en campaña electoral ni en estos tiempos de zozobra se oye a los políticos hablar de cultura. Tal vez se me haya pasado alguna cita y pido perdón por ello, pero no recuerdo haber escuchado a ninguno de los líderes políticos nacionales pronunciar una sola vez la palabra "cultura". O es que no saben qué es o es que no quieren que la gente hable de ello. Así, es más fácil seguir adocenados.

Escritor e historiador