Pertenezco al club de los que no logran entender a Echenique. No he conseguido captar qué intención le llevó a convertir la negociación de los presupuestos en una especie de permanente vaivén, un tortuoso recorrido desde el no al ya veremos, pasando por el sí o quizás... o cuando se vaya Gimeno (que por supuesto no se va). Tampoco sé la razón por la cual no prepara sus intervenciones públicas (me refiero a las que nos atañen a los aragoneses) atendiendo al buen juicio de la gente con conocimientos técnicos y sentido de la política que militan en su partido. De hecho, el líder aragonés de Podemos ha terminado por sacar de quicio a todos sus posibles (imprescindibles) aliados. No sólo al PSOE, que eso a lo mejor estaba en guión, sino a Chunta o a IU. Hay gente que lo achaca a la incapacidad de Echenique para entender lo más básico de su deber profesional. O a que, en el fondo, es un hombre de derechas embutido por no se sabe qué azares en un partido de izquierda-izquierda. O a su peculiar personalidad, por decirlo con finura.

Sea como fuere, el otro Pablo de Podemos debe decidir ahora si conservar su función de secretario general en Aragón o se marcha a Madrid, a la cúpula de la organización. Bueno... esto último es lo que le tocaba tras haber jugado un papel muy destacado en el apoyo a Iglesias en Vistalegre II. Pero él ha encontrado ¡en los presupuestos! el motivo que aún le ata a la Tierra Noble. Mientras, ocupa diversos cargos e incumple, aparentemente, sus propias reglas.

Echenique sigue teniendo buen cartel fuera de Aragón. Mucho mejor que dentro. Porque en el ámbito estatal todavía vende bien su discurso elemental, vaporoso y estereotipado (aunque expuesto siempre con rotundidad y convicción). Pero aquí, donde ha de fajarse con asuntos un poco más concretos, ha perdido mucho caché su autoridad científica y su capacidad persuasiva. Sería este un buen motivo para irse a más altos destinos. Total, el presupuesto ya está suficientemente embrollado, retrasado y confuso. Si es por eso, puede marcharse tranquilo.