No busquen inocentadas en este diario. El amigo Carbonell, que las perpetraba habitualmente, se ha ido de vacaciones. Además no están las cosas para bromas. Si alguien quiere cachondeo fino lo puede dejar en manos de quienes mecen la cuna, aunque a esos lo mismo les da que sea 28-D o cualquier otro día del año.

Inocentes somos todos (bueno, casi todos). Si eres sujeto fiscal con nombre y apellidos, si respetas leyes y normas porque cuando no lo haces te pegan un repaso de aúpa, si no tienes otro haber que tu trabajo y tu inventiva, si tu vida es transparente, si has perdido el empleo, si tiemblas al pensar qué harán estos con tu pensión, si piensas bien, si piensas mal... eres, no te quepa duda, un santo inocente. Te miras en el espejo y te dices: vaya cara de capullo que se te está quedando, hermano (o hermana, que en esto las damas van a partes iguales).

Las inocentadas son constantes. Aprueban los Presupuestos del Estado y es un descojone. Aprueban los de Aragón tras interminables debates (¿para qué?) y es el despelote. Cierran los laboratorios clínicos del Salud, dejan a los niños sin libros ni comida, aprietan a los funcionarios, reducen los salarios, generalizan el despido exprés a precio de ganga...Ítem más: nos venden preferentes, acciones de Bankia, productos tóxicos en general, planes de pensiones colgados del alero, falsas promesas electorales, mentiras como trailers, entretenimientos baratos, publicidad engañosa... Y se ríen a bordo del jet privado, porque verdaderamente ¡estamos tan cómicos, tan inocentes y crédulos, tan cándidos y buenas personas!

Pero en lo mas alto del ránking, en el inocentísimo superior están esos buenos ciudadanos (y ciudadanas, desde luego) humildes, mindundis y aun pobretones, convencidos sin embargo de que esta crisis se arregla con más desregulación financiera, más hegemonía de los mercados, sueldos más bajos, pensiones al garete, sanidad y educación públicas desaparecidas, Estado bajo mínimos... y al que se mueva, hostia limpia; esos medianillos que se hacen neocones con fervor masoquista. Sean felices en su día.