Si no fuese dramático, cabría reírse pero siendo tan serio lo que nos pasa, hay qué hacer mayores esfuerzos para comprender por qué no sirven tampoco, los resultados de las elecciones generales del 26-J para formar Gobierno, dado que los anteriores comicios del pasado diciembre, carecen ya, de toda validez.

Aunque no falten voces que pidan terceras elecciones, cabe advertir que algún partido que no desea nuevas citas, observa un comportamiento nada idóneo para facilitar la formación ahora, de un Gobierno que respete las posibilidades legales que el 26-J dejó abiertas; en síntesis, la de que sea el partido más favorecido por las urnas ese 26-J (el PP) quién forme gobierno, contando básicamente, con el C's según parece y con la abstención parlamentaria del PSOE; la otra opción la de que fuera el PSOE quién intentase gobernar con el apoyo de los partidos parlamentarios que se llaman de izquierda, es menos viable.

Nos preguntamos qué pasaría si los que votemos de nuevo ¡el día de Navidad o cuándo sea!, tampoco diéramos a partido alguno la mayoría precisa para formar gobierno sin apoyos ajenos. Pasaría que continuaríamos donde ya estamos ahora y desde hace nueve meses, esto es, sin Gobierno que es cosa de líderes, no de electores. Al cuerpo electoral sólo se le puede pedir que vote; son los líderes de los partidos los que sí podrían hacer más, como figuras señeras del PSOE sugieren dignamente, al actual líder del partido pero Sánchez se resiste.

El PSOE no sólo tiene que cooperar por pasiva a la formación del nuevo Gobierno nacional sino que al tiempo, debe velar por su izquierdismo y por eso, saber que hay cuatro o cinco partidos (todos los que se llaman de izquierda) que tratan de sustituir al PSOE como líder principal de la oposición, no de ayudarle. El PSOE sólo puede contribuir absteniéndose y los modos de hacerlo, los sabe bien, cualquier partido.

Búsquense los medios necesarios entre los líderes de los partidos y con ellos, la solución que mejor pueda emplearse y ¡dando la talla de líderes!, sin que los electores tengamos que votar por tercera vez en un año. Eso podría acabar siendo la peor de las alternativas y desacreditaría aun más a los partidos. El pueblo ya acudió dos veces a las urnas en pocos meses y no podría hacer más (salvo olvidarse de votar). Insisto en que el problema es de los líderes; son ellos los responsables de lo que ahora pase en asunto tan democráticamente delicado.

Ningún partido debe excusarse de procurar que acabe prontísimo lo del Gobierno "en funciones"; con un Gobierno "en pijama" es difícil que pueda subsistir democráticamente el Estado entero que todos decimos desear. Si hubiera que celebrar por tercera vez otro sufragio universal, no faltarían justas acusaciones contra los partidos o alguno de ellos, por no cumplir sus deberes empezando por el principal de asegurar a España un Gobierno estable, obligación que concierne a todos los partidos. No entenderlo así, podría ser un fraude.

En fin, si cayéramos en esa tercera convocatoria, ¿se preguntarían los líderes si también cabría una cuarta cita o si serían capaces de impedirla? Los mandatarios de los partidos preferentemente, harían bien en intentar lo necesario para que "el alba no los coja templando". Los electores ya hablaron y a los líderes les toca impedir que problema tan arduo se convierta en "el corro de la gallina ciega". Deben aceptar los mandatarios de los partidos, el lugar que a cada uno corresponda según los resultados electorales y de suerte que lo que se presume que queremos todos, Gobierno y Oposición en plenitud de funciones, lo tengamos ya, cuanto antes, sin dilaciones inútiles, que no contribuirían a que progresara nuestra democracia ni a que florecieran precisamente, los partidos.

Una de las soluciones sugeridas por más de un partido, consiste en pedir que la candidatura del PP, ¡dejase de estar encabezada por Rajoy! Sugerencia tan cínica, pone en evidencia a los que tal remedio proponen. Recordemos que sin demócratas, no habría democracia y que por ahí, empezó a pudrirse nuestra II República. Aprendamos a convivir con los que no piensan como nosotros, a debatir con ellos sin "perder ni unos ni otros la aguja de marear" y respetando los resultados electorales que "nunca son para siempre", sino pasajeros. Estamos preparados para vivir juntos de forma pacífica y responsable. Demostrémoslo.