Esto va como un tiro. La economía, me refiero. El final del túnel relumbra más que el sol y las sicavs (o sea, el patrimonio de los ricos de verdad) totalizarán a finales de este año más de 30.000 millones, por encima del récord alcanzado en el 2007, cuando la burbuja inmobiliaria estaba a punto de reventar. Chachi. Y la Bolsa, de maravilla (no para los incautos que entraron cuando atábamos los perros con longaniza, porque a esos aún les queda mucho por recuperar; pero sí para los profesionales que han sabido jugar a corto y están ganando una pasta). Draghi le da oxígeno al negocio financiero. Los salarios han sido debidamente congelados y, si no, caen con increíble alegría, lo que facilita el control de costes y la expansión de los beneficios. Los impuestos bajan y bajan y vuelven a bajar (los de quienes están al loro y tributan desde figuras societarias, por supuesto; que los mindundis habituales cada vez van más apretaditos... y espera). Corren buenos tiempos para las compañías (privadas, off course), ante las cuales el sector público se abre de piernas, como un compás engrasado con afrodisiacos. En fin, que todo está donde debe estar, y sólo persiste esa manía de votar a todas horas y de que valga igual la papeleta de la gente bien, que la de cualquier fracasado lleno de agravios y frustraciones. Ahí le duele a este bendito Sistema.

Ustedes me dirán que el gasto de las familias ha seguido bajando (y bastante) durante 2013 y que el IPC sigue tonteando con la deflación, como en el resto de Europa. O me sacarán a relucir las advertencias de Cáritas (y otras ONGs fuera de toda sospecha) sobre empobrecimiento y malnutrición infantil. Pero esos son los daños colaterales del nuevo orden económico. Aquí medran los listos, los bien emparentados, los que entienden el bisneo. Por eso la inclusión en el PIB de las transacciones negras (contrabando en general, drogas y prostitución) no sólo está destinada a maquillar las cuentas y confirmar el crecimiento, sino que es una forma de oficializar ese ámbito de... desarrollo. Y quienes no estén en el ajo, que se aguanten y dejen de molestar. Si te ha pillado la vaca, jódete.