El azaroso calendario electoral ha querido que Javier Lambán resultara elegido presidente de Aragón coincidiendo con la celebración de Santa Isabel de Portugal, patrona de la provincia de Zaragoza. Durante sus doce años al frente de la diputación provincial (1999-2011), el líder socialista se reservaba sus discursos más elaborados para los actos organizados por esta institución con motivo de la festividad del 4 de julio. La entrega de medallas que llevan el nombre de la que fuera infanta aragonesa y reina de Portugal en el siglo XIV se convertía para Lambán en algo más que un acto protocolario. Siempre introducía algún elemento de debate interesante sobre la coyuntura política del momento, a modo de perla o de aviso a navegantes.

En el último de sus discursos pronunciados durante la entrega de medallas siendo presidente de la DPZ, a principios de julio del 2010, Lambán trajo a colación a un personaje medieval considerado uno de los pensadores más influyentes del siglo XIV en la Corona de Aragón, Francisco de Eiximenis. Este moralista franciscano dejó escrito, en alusión a la necesidad de virtud de los gobernantes, lo siguiente: "El señor que no cumple su ley más bien parece que la tenga por nula, puesto que no quiere cumplirla, y le ocurre como el león, que todas las huellas de sus manos borra al arrastrar la cola". Lambán lo recordó en un discurso dirigido a la cúpula socialista, con Rodríguez Zapatero inaugurando la etapa de recortes.

El 2010 estaba siendo un año complicado para el hoy secretario general del PSOE aragonés. Un Marcelino Iglesias de retirada había decidido designar a Eva Almunia para sucederle como candidata al Gobierno de Aragón, sin dar apenas opción a los socialistas zaragozanos a postular una alternativa. Lambán no estaba muy de acuerdo con la forma de actuar de Iglesias por un doble motivo: nunca le han gustado las elecciones digitales y, a efectos del electorado, Almunia era más de lo mismo en un momento en el que el PSOE aragonés pedía un giro a gritos. Lambán pasó buena parte de ese año crucial sugiriendo cambios de rumbo y exigiendo excelencia en el ejercicio del cargo, cuestión nada menor cuando esos puestos estaban mayormente, en manos de sus correligionarios.

Visto en perspectiva, Lambán acertó entonces, dejando que el proceso natural emprendido por Iglesias siguiera su rumbo. A los pocos meses de ese discurso rememorando la figura de Eiximenis, entrevistamos en estas mismas páginas al hoy presidente de Aragón. Preguntado por el vaticinio electoral para el 2011, se mostró crítico con sus compañeros de partido. Consideraba que, como los pintores rupestres que dibujaban en sus refugios búfalos, bueyes u otros grandes mamíferos con la esperanza de que su iconografía tuviera efectos mágicos y les permitiera abatir una pieza para alimentar a la tribu, la cohorte de Marcelino no se estaba dando cuenta del desenganche del proyecto socialista de una sociedad golpeada por la crisis y cabreada por la escasa respuesta gubernamental. Supo ir de segundo Lambán y esperar su oportunidad para hacerse con la dirección del partido, primero, una vez consumada la caída electoral del PSOE en 2011, y con la candidatura a presidir la comunidad autónoma, después, con unas primarias celebradas antes de la última gran renovación del PSOE federal.

Hoy, Javier Lambán pronunciará sus primeras palabras como presidente de Aragón en un acto de investidura que no hubiera sido posible sin su actitud en ese crucial año 2010. No sería de extrañar que trajera hoy de nuevo a colación a Eiximenis, implícita o explícitamente. Además de aludir a la virtud de los gobernantes, en su minusvalorada obra El regimiento de la cosa pública, escrita para el buen gobierno de la ciudad de Valencia, el franciscano medieval se mostró como un auténtico avanzado a su época. Asumió el principio de que los potentados, comenzando por el rey, los magistrados o los señores, debían cumplir los acuerdos alcanzados con todos los estamentos, y hacerlo bajo el imperio de las leyes (los tratos) acordadas. Además del respeto al pacto y a la integridad de las personas, Eiximenis incidió en la virtud como elemento consustancial para una ciudad armónica, defendiendo el concepto de clase media hacendosa frente a todos los demás: frente a los inútiles o los perezosos que no estaban dispuestos a dar un palo al agua para ganarse el pan, frente a la élite urbana de magistrados, notarios o validos, cuyo número debía ser el justo para no convertirse en parásitos que vivan del sudor de los demás, y frente a los mercaderes que compraban barato y atesoraban para vender caro luego, en una crítica al protocapitalismo de las ciudades en la Alta Edad Media.

Recordar a aquellos antiguos moradores de la Corona de Aragón que ayudaron a construir la sociedad actual debería ser obligatorio en un momento en el que algunos creen que han inventado la pólvora, políticamente hablando, y no ven más allá de Varoufakis. Hoy, siguiendo con las coincidencias, Lambán prometerá y tomará posesión de su cargo junto al patio de Santa Isabel del palacio de la Aljafería. Como hacía cuando era presidente de la DPZ, debería arriesgar para seguir haciendo discursos de altura y adquirir compromisos similares, atendiendo al interés general y manteniendo los pies en el suelo.