Cuando la ciudad de Nueva York quiso levantar un memorial en Central Park a su vecino John Lennon llegaron árboles y plantas de medio mundo para componer un Jardín de la Paz por sugerencia de su esposa. Nápoles envió un mosaico con la inscripción Imagine, y este es el lugar ante el que multitudes rinden homenaje al beatle asesinado, porque el título de su emblemática canción le define mucho más que los abedules rusos, los arces canadienses y los cedros de Israel. Eisenman levantó en Berlín tantos bloques de hormigón como hojas tiene el Talmud en memoria del Holocausto, pero lo que impacta de ese monumento es la inestabilidad que produce el suelo ondulado, la invisibilidad de las personas entre ese laberinto de piedras y la frivolidad de quienes lo utilizan para hacer cabriolas con bicis y patines. El Ayuntamiento de Cuenca no se mató mucho la cabeza en el homenaje de la ciudad a las víctimas de la violencia machista y acertó de pleno con un mosaico inspirado en el de Central Park, regalo de una empresa de granitos, ante el que se concentran los conquenses con cada desgarro. Celebro la idea del Ayuntamiento de Zaragoza de levantar un memorial a las víctimas del machismo, respeto la decisión del jurado y la idea del artista, pero no comparto ni la instalación ni la obra elegida. Porque las mujeres no son asesinadas por su actitud de sumisión, dolor y llanto, precisamente son asesinadas cuando se levantan, cuando se secan las lágrimas y se rebelan a la tortura. Y no, nunca hemos ido a la plaza de César Augusto en señal de duelo.

*Periodista