En el PSOE aragonés las cartas están ya sobre la mesa. Ambos candidatos a las primarias las han mostrado, aunque el único que ha adelantado cuestiones de su programa ha sido Javier Lambán. Carmen Dueso ha dicho poco, más allá de generalidades. Las fuerzas están igualadas. Sorprende la presunta neutralidad que ahora pregona Ferraz. No se la cree nadie. Si Ferraz hubiese sido neutral no se estaría en esta situación. Con seguridad, en las negociaciones de este verano se hubiese alcanzado un acuerdo. Pero el punto de partida de la federal fue siempre que Lambán diese un paso atrás. Neutralidad hubiese sido exigir menos, o distinto, o pensar en lo que más le conviene al partido en la comunidad. Pasado el ecuador de la legislatura, con unos presupuestos por aprobar, con Podemos debilitado por la marcha de Pablo Echenique, con el PP afilando los cuchillos ante un Ejecutivo al que apenas sostienen 20 diputados, lo mejor hubiese sido evitar una guerra. Pero no. La estrategia de Ferraz se diseñó con la tripa, esa que tanto daño ha hecho a Lambán. La decisión fue descabalgar al barón que se pasó tres pueblos en sus declaraciones y en sus tuits contra Pedro Sánchez. Eso no es neutralidad. Decir ahora que se es neutral es intentar engañar a los 8.000 militantes. La realidad es que Ferraz propició esta pugna e impulsa la candidatura de Dueso. Otra cosa es lo que ocurre en Aragón, donde los que antes apoyaron a unos ahora respaldan a otros, y viceversa. El partido está dividido. Nadie, a estas alturas, es neutral.

*Periodista