Mariano Rajoy sigue con su manual de triunfalismo. Sus últimas intervenciones públicas parecen una fotocopia, ya hable de economía, de la corrupción o de Cataluña. En economía, el guion es siempre el mismo: tres años después, Rajoy todavía recurre al "desastre" de la herencia recibida para compararla con la recuperación que ha propiciado el Gobierno del PP y para ensalzar el comportamiento de los españoles, a quienes adjudica el protagonismo del cambio. Pura retórica, porque después añade que el PP ha bajado el paro, ha pagado las facturas y ha mantenido el bienestar. La única novedad ahora son sus abiertos ataques a Podemos, convirtiéndolo así en el principal adversario del PP. Para Rajoy, el proyecto del PP es el único que existe, una manera de descalificar a Podemos y de contestar a José María Aznar. Pero Rajoy no va más lejos ni rebate las gravísimas acusaciones del extesorero Luis Bárcenas. Solo se vanagloria de lo que el PP hace para luchar contra la corrupción. Y de Cataluña, sigue sin ofrecer alternativa alguna más allá de apelar de nuevo al cumplimiento de la ley.