Toda obra exige mantenimiento y más aquellas infraestructuras de uso diario y que conllevan un desgaste proporcional a su utilización. El tranvía de Zaragoza no es una excepción, por supuesto. En los cruces en los que los vehículos tienen que atravesar las vías el deterioro se hace más patente y, especialmente, en aquellos tramos con circulación más intensa. Ha finalizado la reparación de las vías en todos los cruces, una actuación que ha mostrado que los puntos más afectados corresponden --lógicamente-- a los de mayor tráfico: rotonda de Toulouse, plaza Paraíso y las avenidas de Actur. El mantenimiento debe preverse, por supuesto, pero una infraestructura que se inauguró en 2011 o 2013, según el tramo, no parece que debiera requerir ya una reparación de este volumen. La seguridad es lo principal, pero los materiales deben responder.