Ahora sí que cojo vacaciones de las de desaparecer unos días. Por primera vez hago mutis por el foro en pleno mes de agosto, que no es precisamente mi favorito para salir por ahí. Pero las circunstancias lo han dispuesto y además créanme si les digo que comentar (aunque sea en tono menor, como es mi caso) la obsesiva actualidad global (no digamos la española) y la cargante no-actualidad aragonesa fatiga y te va dejando sin recursos ni ideas. Es el momento de poner tierra por medio.

Antes de ello, como habrán comprobado me he abstenido de decir gran cosa sobre los últimos accidentes de tráfico en Zaragoza. No los accidentes normales, claro, sino esos otros más... excitantes, que no involucran ni a los coches ni a las motos ni a los autobuses pero sí al tranvía o a los ciclistas. Vamos, los siniestros que alborotan a los fóbicos habituales. Es inútil repetir otra vez que tranvía y bicis son medios de transporte habituales en el resto de Europa, donde cualquier ciudad presumiría de un artefacto como el Urbos, desarrollado, fabricado y exportado por la industria local. Cansa argumentar con obviedades. Que cada cual piense lo que quiera.

Lo mismo podría decirles de los autos y sentencias que se suceden siempre en la misma dirección: impedir la aplicación de medidas y normas por parte de las administraciones pertinentes, sea el Gobierno aragonés (caso del horario de Religión en Primaria), sea el Ayuntamiento de Zaragoza (caso del complejo Aura). Un fenómeno que resulta rarísimo y solo puede ser atribuido al signo político de los equipos que gobiernan ambas instituciones y supongo que a las particulares opiniones al respecto de los jueces y juezas que han fallado. Otra evidencia cuya rotundidad convierte en supérfluo cualquier comentario.

Ya ven: la actualidad y la toma de posición de muchas/os ciudadanas/os son en buena medida algo previsible. Como los comentarios de quienes entran a opinar en la edición digital de este u otros diarios.

Pues eso: a ver si me relajo y vuelvo con ganas. ¡Hasta septiembre!