Enmascarados y falsarios, como siempre. La emoción, la alegría y hasta las lágrimas (algunas de cocodrilo y otras por equivocación), sólo se explican por motivos ajenos a lo que realmente, está pasando. ¿Cómo es posible prestar el menor crédito a gente que no da la cara?

Hay que ser ingenuos o cómplices, para creer una sola palabra de las anunciadas de tapadillo, por esa banda de asesinos. No entiendo que los medios públicos, encabezados por la televisión, les propicien una publicidad tan irreflexiva. El siniestro anuncio puede ser parte de un plan que cuente con la connivencia de personas que aún ocupan cargos con fecha de caducidad.

En esas condiciones, la alegría más parece miedo. El anuncio de esos majagranzas ni pide perdón ni entrega las armas ni da satisfacción de género alguno a la ciudadanía española, la única que importa. España no debe dialogar con una panda criminal. España entera caería en la indignidad si aceptase lo que quiere aquella tropa: que les dejen acudir democráticamente (?) a las próximas elecciones generales, por si se cansan de matar.

Para eso desean entablar conversaciones, ¿de poder a poder? con los Gobiernos de España y de Francia o sea, de los asesinos con los responsables de meterlos en la cárcel, el sitio que, naturalmente, les corresponde. No piden un futuro sin terroristas para el País Vasco porque ellos no se quieren ir; sólo piden "un acuerdo democrático" que les ampare, la doble vía.

Tras el triste anuncio, no hay más propósito que el de obtener ¡otra tregua! que acabarían rompiendo con atentados como el de Barajas o reconociéndoles la condición de ciudadanos, amnistiados y limpios de culpas. Un lujo que España no se puede permitir. Ya se sabe, "antes roja que rota".

En horas tan peligrosamente ambiguas, es de temer cualquier cosa, como ese recuento intencionado o apresurado del número de las víctimas de la banda; sólo computan los muertos y no hablan de los del hotel Corona de Aragón ni los del avión derribado en Monte Oiz; tampoco hablan de heridos, mutilados o arruinados; las víctimas pasan con mucho de mil, pero conviene atemperarse para que no se alboroten los victimarios.

¿Qué credibilidad podrían merecer esos tres enmascarados? Ninguna; no saben ni presentarse. Como se lee en La Celestina: "cuando la p... hila, con mal anda". En el caso de esa gente, la máscara también es el espejo del alma.

Es sospechoso además, que el momento del anuncio, sin dar la cara, coincida con la víspera de las elecciones generales. Eso no es casualidad; eso revela que la panda querría disponer de dos procedimientos: el de las balas que les es tan familiar, ¡angelitos! y el de los votos, que de algo serviría.

¿Para qué querrían guardar las armas en vez de entregarlas, si no quisieran seguir matando? Sería de tontos (aunque eso sí, tontos útiles) oírles siquiera cuando sus intenciones son tan claras. Esos aldeanos de incógnito sólo anunciaron que se proponen continuar la guerra por dos medios. No merecen ninguna comprensión pero se recibe la impresión de que la panda no está sola, que cuenta o espera contar con colaboraciones insólitas y desconocidas por el común de los demócratas. ¿Cómo dice Rubalcaba que las elecciones del 20-N serán libres en el País Vasco y quién se lo prometió?

No se entiende que algunos se fíen del mensaje de los encapuchados del puño crispado. Aunque sea cierto que están casi perdidos, un enemigo que quiera entregarse no oculta su cara, la muestra con los brazos en alto y desarmado. Pero la actitud que adoptan no es claudicación sino estúpida jactancia como la de aquel que cayó a un pozo y gritaba prometiendo perdonar la vida al que le sacara del hoyo; pueden menos que otras veces pero no olvidemos que el instinto asesino imprime carácter.

Sólo son extorsionistas en horas bajas y sería un grave error proporcionarles más oportunidades. Continúan cultivando el cinismo; ahora llaman "lucha" a sus crímenes.

¿Qué confianza merecen esos matadores? No hay más que leer la negra nota de los mandatarios de la panda o pandilla para entenderlo. Un dato preocupante: en la prensa del mismo día en que se daba noticia de semejante declaración, también aparecía otra información explicando que "la salida de los presos se hará de forma individualizada..." Los síntomas no engañan.