Las fiestas del Pilar arrancaron a lo grande. La Compañía residente de Zaragoza, dirigida por un prodigioso Miguel Angel Berna, cumplió con creces la expectativa que había levantado su espectáculo Encuentros . Con una puesta en escena sin trucos, sin la menor concesión a la futilidad, sólo con músicos y bailarines, el escenario del Principal se llenó de un grandioso torrente de danza. Mediante el flamenco perfectamente trufado con un aire de modernidad y atávicos aromas orientales y el espíritu de la jota más genuina aderezado con delicada elegancia, Berna ha logrado un espectáculo cargado de sensaciones, emociones y sentimientos. La acertadísima dirección musical de Luis Alberto Artigas y la prodigiosa guitarra de José Luis Montón, autor de la mayoría de las composiciones, maridan de tal manera con la coreografía que parecen nacidas de una misma cabeza. Miguel Angel ha decidido apostar por la cultura en esta tierra, y así lo proclama en el folleto del espectáculo. Ha demostrado que desde aquí, desde Aragón, se pueden hacer grandes producciones para presentar en el foro más exigente del mundo. Basta con tener talento, ganas de trabajar y profesionalidad, pero si además se posee genio, orgullo y fuerza interior, el resultado es un espectáculo espléndido. La pieza final, Soy mudéjar , bailada en solitario por Berna, supuso el apoteosis. El alcalde Belloch y la concejala Borraz estaban felices, el público estaba feliz, todo el teatro en pie tributó muchos minutos de atronadora ovación. Tenemos ballet, que dure.

*Profesor de Universidad y escritor