Francia acaba de celebrar un hecho cultural poco frecuente: el 40 aniversario del día en que George Brassens se juntó con Jacques Brel y Léo Ferré, en 1959. Un año antes del mayo del 68, los tres juglares se retrataron juntos y participaron en un debate que ha dado lugar a una importante película.

Tres de los más importantes juglares del siglo XX. Es decir, tres de los mejores poetas líricos del siglo. Esta afirmación puede parecer exagerada; pero seguramente la poesía extraída de las canciones, la poesía de "tipo tradicional", está entre las más importantes manifestaciones literarias de la historia. Muchas de estas canciones son anónimas, y con frecuencia se han perdido las músicas. Otras son de poetas conocidos. En la península Ibérica tenemos anónimos maravillosos, y entre algunos conocidos, al Marqués de Santillana, Lope de Vega, Tirso de Molina, Cervantes, Quevedo, Góngora y García Lorca, por ejemplo; en otras lenguas peninsulares, las cántigas de amigo galaico-portuguesas o los poemas arábigo-andaluces. A veces también se conoce alguno de sus nombres, por ejemplo, Mendiño, cuya única cantiga (Sedia-me eu na ermida de San Simion) está en la cumbre de la lírica universal, o Gil Vicente, Martín Codax y tantos otros.

Durante 20 horas, en el parque George Brassens, que fue construido de propio para recordar la memoria del poeta, han estado recitando y cantando durante dos días, 20 horas en total, los mejores intérpretes de sus canciones, sus amigos, y unos coros infantiles con repertorio de Brassens. En un parque que es un modelo de diseño, nueve pequeñas carpas, un teatro de marionetas, un kiosco y un escenario teatral al aire libre, se han utilizado para tal conmemoración. Hay que agradecer al Gobierno de Francia, al Ayuntamiento de París (Distrito XV) y a 24 instituciones más, entre las que estaba la "Asociación de amigos de George", por el talento organizativo. Una fanfarria con su música ha recorrido también los alrededores de Port de Vanves.

Algunas consideraciones sociológicas: el público era fundamentalmente mayor, de entre 40 y 85 años, se notaba un gran vacío entre los 10 y los 40 años. Luego abundaban los niños. Tal vez los habían llevado sus abuelos o estaban jugando en el parque y prefirieron disfrutar con las canciones. Quiero anotar en mi libreta la intervención de un coro infantil, de una extraordinaria calidad y magníficamente dirigido, que interpretó las canciones más conocidas del repertorio de George Brassens. Al cantar al Vals, que parece haber sido compuesto para ellos, a mi vecino de la izquierda le empezaron a caer las lágrimas. Cuando los niños llegaron al "...segundo tiempo de la valse", el contagio de su llanto emocionado llegó a los de alrededor; y como hay mucha más gente de lágrima fácil de la que se piensa, al llegar al "...tercer tiempo de la valse" el auditorio era un llanto generalizado. Es curioso que esto sucediera con una de las canciones más alegres del poeta. Todos lloraban menos los niños, sentados por el suelo, que se movían y bailaban al compás.

En las distintas carpas se proyectaban películas sobre Brassens y con el juglar como actor, se exponían carteles, folletos, libros, también música; e incluso invitaban a tomar algo, teóricamente, a los amigos.

No puedo dejar de imaginar que un día, es un decir, se hubieran juntado Violeta Parra (Para olvidarme de ti voy a cultivar mi huerto), con Atahualpa Yupanqui (Las penas y las vaquitas se van por la misma senda) y Cuco Sánchez (Arrieros somos, y en el camino andamos). Los grandes artistas se suelen juntar menos de lo que nos gustaría. ¿Se imaginan que Cervantes se hubiera reunido con Lope y Calderón, para tomar unas copas? Cuánto nos habríamos beneficiado. ¿Lo estaríamos celebrando? Los grupos artísticos tienen escasa duración en el tiempo, tres o cuatro años a lo sumo (Niké es una excepción, gracias a Miguel Labordeta). Aragón ha tenido la suerte de juntar a sus grandes juglares (Labordeta, Carbonell y La Bullonera), y el público ha disfrutado y lo ha agradecido.

Brassens (Los enamorados de los bancos públicos), Brel (No me dejes) y Ferré (sus versiones sobre Baudelaire) merecen el homenaje recibido. Por cierto, en París se están vendiendo postales de la puerta de la casa en la que Brassens escribió sus enamorados de los bancos públicos, una obra maestra y una canción que sintetizaría la lírica nostálgica del siglo XX. No, no es una exageración. Se trata de tres de los más importantes poetas de Francia y del mundo, del siglo XX. Y en la lírica de las guitarras también hay, y siempre hubo, una poesía magnífica.

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