TVE, el ente que pagamos entre todos, dispone de una Defensora del Espectador, es decir, de una persona que se encarga de supervisar las quejas de los espectadores sobre los contenidos de los programas. Acaba de emitir un informe donde indica que ha recibido numerosas llamadas sobre el espacio Entre todos. ¿Han visto el programa que presenta Toñi Moreno? Es alucinante; yo suelo echarle una ojeada porque cada vez que aterrizo sobre él me llevo las manos a la cabeza. El otro día asistimos jolgoriosos a la inauguración de una droguería, gracias a las aportaciones de españoles, que pusieron sus euros para que una familia con apuros se pudiera ganar la vida.

Automáticamente el espectador puede pensar: voy a llamar a ver si me ayudan a cambiar de coche; el mío está para el desguace y lo necesito para trabajar. La Defensora del Espectador ha comunicado que el tratamiento del espacio es "polémico" y que hay que "extremar el cuidado en su realización". Hay que hacer algo más, hay que fulminarlo. Se quejan españoles en el extranjero de que verlo provoca vergüenza ajena, porque se difunde el ánimo de que Entre todos soluciona por vía de la caridad, lo que debe arreglar el Estado. Si alguien tiene problemas que acuda a las instituciones. Claro que en los informativos vemos a una madre de un niño autista, que se ve obligada a apagar la calefacción, para destinar esos 500 euros al tratamiento del pequeño. No recibe ni un euro. ¿Debería llamar a Entre todos? No, debería llamar al Defensor del Pueblo.