ANTOLOGÍA

AUTORA Natividad Cañada

LUGAR Sala CAI Luzán

FECHA Hasta el 2 de diciembre

HORARIO De 19.00 a 21.00 horas

Pretérito pluscuamperfecto es el tiempo que indica una acción o un estado de cosas acabadas antes de otros también pasados. Pretérito pluscuamperfecto es, asimismo, el título de dos pinturas de Natividad Cañada (Oliete, Teruel, 1942); la primera lleva fecha de 1973, y la segunda de 1974. Las separa un año que fue decisivo en la trayectoria de su autora por ser el final de una etapa y el comienzo de otra nueva, que a lo largo del tiempo la precipitó hasta su obra actual, ajena a todo excepto a sus obsesiones en una extraña conjunción de tiempos pretéritos y futuros; el presente correspondería al estricto éxito comercial de su trabajo.

Pero regresemos a los dos cuadros; en ambos la composición es prácticamente la misma: un retablo familiar con una niña rodeada de su familia, bajo la autoridad de la figura del padre; pero hay algo que los diferencia: el segundo es el día de la primera comunión de la niña, cubierta por un velo transparente y vestida de blanco, en contraste con la sobriedad oscura y adusta de los familiares adultos. Su autora habla de esta segunda pintura como de un "cuadro hallazgo", iniciador de nuevas búsquedas temáticas y pictóricas que se concretaron en niñas vestidas de comunión o de uniforme, banderas de apostolado, escapularios, en fin esas cosas que más tarde derivaron en la etapa que llama mística, aunque en esencia nada tiene de mística.

En sus consejos para ser feliz, Cañada dice que lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros; en pintura, pronto decidió dar portazo a las enseñanzas de su padre, el pintor Alejandro Cañada, y de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, aunque su reacción duró muy poco, pues en apenas unos años se dejó llevar por la convención asentada en el dominio técnico. No extraña su regreso si atendemos a los asuntos de su etapa de deformación, que siguió a la primera de formación: paisajes, bodegones y composiciones familiares, exponentes de un realismo cotidiano que participaba de algunas de las notas de sus contemporáneos, dentro de una figuración de rasgos expresionistas, siempre contenidos y ajenos a cualquier tono de denuncia social o política propia de aquel tiempo. Con todo, fue su mejor momento.

La manera fantasmal de la pintura de Antonio López está presente en la tercera etapa que comenzó con el segundo pluscuamperfecto y fue derivando a la fase mística previa a las desmaterializaciones, donde los efectos preciosistas acompañan su visión del más allá. En esa época surgió otro cuadro hallazgo, el retrato en sepia de Dina de Laurentis cuyo tratamiento pictórico se aproxima al de una foto antigua, amarillenta y con manchas producidas por el moho. Desde entonces todas las celebridades del mundo que posan para Natividad Cañada salen convertidas en fantasmas.