El viernes 14 de junio de 2008 con una gran ceremonia en el recinto de Ranillas se inauguró la Exposición Internacional de Zaragoza. Con ella se presentó al mundo una ciudad renovada y nacieron también decenas de proyectos, espacios e infraestructuras. Uno de ellos fue el Albergue de Zaragoza. Concebido como un moderno hostel europeo, se proyectó para dotar a la ciudad de un tipo de alojamiento del que carecía. Pasados 10 años (y ahí está el balance que El Periódico de Aragón viene realizando en estas últimas semanas) no todos esos proyectos y equipamientos han corrido la misma suerte. El albergue sigue al pie del cañón y mantiene además ese mismo espíritu "Expo" de apertura, de promoción cultural, de espacio para el encuentro e intercambio entre personas. Y como nos comenta José Juste, director del albergue, sin descuidar, por supuesto, el aspecto de negocio.

A ese espíritu "Expo" responde uno de los proyectos que más han mimado en el albergue: su programación cultural. La Bóveda del albergue es uno de los espacios culturalmente más activos de la ciudad. Juste lo concibe como un espacio de encuentro entre los zaragozanos y sus visitantes. La ecléctica programación de La Bóveda, que lo mismo da cabida a la jota que al jazz, que al tango, al rap, al cine o a la poesía, entronca con esa misma programación multicultural que disfrutamos en el verano de 2008. Precisamente y como recuerdo de aquellos días, este fin de semana La Bóveda ha preparado una programación especial. Así, ayer miércoles y comenzando por Europa pasó por La Bóveda el escocés Steven Munar, una de las referencias del pop/folk del continente. Hoy jueves se recordará al tenor Miguel Fleta dentro del habitual ciclo de conciertos de clásica. El viernes y desde Estados Unidos sonará la banda de soul de Danielle Ponder. Para el sábado y tras la sesión de Poesia y Relatos en La Boveda, desde Holanda viene el quinteto jazz de Daahoud Salim (hijo del saxofonista texano Abdu Salim que fundara la primera escuela de jazz en andalucía). Y el domingo escucharemos jota aragonesa (tan presente en la Expo) de la mano de Orgullo Aragonés para terminar con el jazz de aire cubano de Tony Matute. Es una programación especial por el 10º aniversario de la inaguración del albergue, sí, pero sirva como elogio de su labor habitual, no difiere en realidad demasiado de la que normalmente nos ofrece la sala.

Instalaciones

El albergue de Zaragoza mantiene dormitorios de 4, 6, 8, 10 y hasta 12 plazas el literas con baño compartido. También alquila habitaciones dobles con baño compartido y 12 apartamentos separados. Es un edificio accesible con plazas específicas para personas con movilidad reducida. Dispone de servicio de cocina, comedor y café bar así como de salón de conferencias y del espacio cultural La Bóveda. El albergue ocupa un antiguo palacio del siglo XV que fue la vivienda de Pedro de Arbues, el primer inquisidor de la Corona de Aragón. Abandonado y en estado de ruina, en 2007 se acometieron con el apoyo del Ayuntamiento de Zaragoza y de la Expo 2008 los trabajos de restauración y reconstrucción. En la medida de lo posible se respetaron las estructuras originales, especialmente la bóveda subterránea, las fachadas y la escalera central con su impresionante cúpula.

En estos años el albergue no ha sufrido grandes transformaciones. José Juste sí ha notado cambios en los usos de los visitantes. Ya nadie pide un ordenador para hacer consultas, trámites o ponerse en contacto con sus familiares. Todos los visitantes llegan armados con sus móviles, tablets y portátiles y lo primero que se pregunta es la contraseña del wifi. También ha cambiado el tipo de visitantes. No solo llegan jóvenes. Un público adulto en busca de una experiencia de viaje más cercana, un turismo más vivencial y de experiencias, busca también alojamiento en el albergue. Haciendo un juego de palabras Juste denomina "senectantes" a estos viajeros que viven una segunda juventud.

Actualmente el albergue da trabajo a 8 o 9 trabajadores según temporada. Emplea además en verano a estudiantes europeos de turismo que hacen aquí sus prácticas laborales. Vienen de la Sorbona, de Normandía, de Polonia y de Venecia. Nos comenta José Juste que su presencia y su trabajo ayuda a mantener fresco el espíritu del albergue. Como parte de su labor les estimula a conocer la ciudad y a transmitirle sus impresiones sobre la misma, y hacerlo también en sus paises de origen una vez terminadas las prácticas, convirtiéndolos así en prescriptores de la ciudad.

Juste reivindica una ciudad y una ciudadanía solidaria en la que se produzcan "todo tipo de intercambios". Ese espíritu de colaboración está muy presente en la labor del albergue "un espacio para albergar ideas, proyectos y personas además de viajeros". En estos 10 años la labor del albergue se ha visto recompensada con diversos premios internacionales del alberguismo juvenil. En Sevilla el pasado mes de mayo, el albergue de Zaragoza recibió el premio Albergue favorito de l@s alberguistas en España 2018 que por primer año ha concedido la Red Española de Albergues Juveniles.