La tuberculosis es la enfermedad infecciosa que mayor número de muertes causa en el mundo, por delante del SIDA. Aproximadamente dos millones de personas fallecen al año por esta patología que se contagia por vía respiratoria. Cada año se diagnostican 10 millones de casos nuevos de la enfermedad, 4.000 de ellos en nuestro país. Solo en Aragón se detectaron 170 en el 2016.

“En la mayoría de los casos la enfermedad es tratable, pero en otros no. Son estas formas de tuberculosis multirresistente -en algunas regiones de Rusia pueden representar hasta el 50% de los casos que se detectan—las que más preocupan, y por eso en Europa y Estados Unidos seguimos investigando para dar con una vacuna que contribuya a reducir y erradicar la enfermedad”.

Así lo explicó ayer en su ponencia sobre el Estado actual de la vacuna de la tuberculosis del ciclo Aula Montpellier el catedrático de Microbiología de la Universidad de Zaragoza, Carlos Martín, quien lidera junto a su equipo el desarrollo de una de las vacunas más esperanzadoras del panorama internacional.

Tal y como expuso el investigador, hasta el momento la única vacuna aprobada y autorizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la BCG, una vacuna viva atenuada obtenida de una vaca enferma de tuberculosis, que se emplea desde hace más de 100 años. Esta protege de morir por tuberculosis a los niños, pero no protege contra las formas respiratorias de la enfermedad. “Se calcula que salva entre 60 y 70 mil vidas al año”, dijo el experto.

Actualmente se investigan en ensayos clínicos en humanos 14 vacunas contra la tuberculosis en el mundo. Una de ellas es la MTBVAC, creada en la Universidad de Zaragoza y desarrollada en colaboración con la empresa española Biofabri, que acaba de culminar con éxito los ensayos clínicos de la fase 1 para comprobar su seguridad en adultos (1b) y pronto lo hará en recién nacidos (1b). En breve se iniciarán los ensayos de la fase 2 que servirá para calcular la dosis en ambos grupos de población.

Carlos Martín recordó que “hasta la fecha solo ha habido una vacuna que ha conseguido probar su eficacia, la MVA85A desarrollada por la Universidad de Oxford, que tras una década de ensayos clínicos resultó no ser eficaz, algo que fue un gran mazazo para la comunidad científica pero que supuso un gran avance en la investigación de vacunas contra la tuberculosis, ya que los sitios donde se pueden ensayar las vacunas cuentan con las instalaciones y el personal formado”.

UN PLANTEAMIENTO DIFERENTE

Lo que diferencia a la vacuna MTBVAC de otras es que es una vacuna viva atenuada derivada de una cepa de tuberculosis de origen humano. “Tiene todos los genes de la bacteria, mientras que las otras son subunidades, es decir, solamente contienen un fragmento de la tuberculosis y están vehiculizadas en virus, como era el caso de la de Oxford, o emplean diferentes adyuvantes”, expuso el ponente.

En el 2012, la vacuna ‘aragonesa’ marcó un hito al ser la primera vez en la historia que una cepa atenuada de la tuberculosis entraba en fase de ensayos clínicos. “Causó un gran revuelo y esperanza en la comunidad científica. Hasta entonces nadie creía en vacunas vivas porque se creía que las subunidades iban a funcionar. Nosotros decidimos basarnos en la genética, ya que uno de los inconvenientes de la tuberculosis es que produce una respuesta inmunitaria celular, no solamente de anticuerpos”.

El mecanismo de construcción de la vacuna MTBVAC se basa en los principios básicos de atenuación de microorganismos que el propio Pasteur utilizó para crear las primeras vacunas. “Hemos cogido una bacteria y desactivado aquellos genes más virulentos que pueden provocar la enfermedad en humanos. Para ello hemos utilizado modernas técnicas de biología molecular y biotecnología que han tardado años en desarrollarse. El resultado es una cepa de humanos sin los genes más virulentos pero que contiene todos los antígenos presentes en las cepas aisladas de humanos y sin marcadores de resistencia”, resumió el catedrático.

Los ensayos clínicos de la vacuna comenzaron en 2013 siendo su promotora la empresa biofarmacéutica española Biofabri. La primera fase en adultos se desarrollo en Suiza con la financiación de la Fundación Bill Gates. La de recién nacidos se desarrolla actualmente en Sudáfrica con el respaldo económico de la Fundación NORAD.

La segunda fase de los ensayos en adultos se va a realizar en colaboración con la Fundación AERAS, que solicitará su financiación al gobierno americano, lo que supone el salto global del proyecto, que hasta ahora estaba respaldado únicamente por la TBVI, la agencia europea de vacunación. Por su parte, para la segunda fase en recién nacidos se ha solicitado financiación en la presente convocatoria de proyectos EDCTP (European and Developing Countries Clinical Tryers Partnership). Ambos se desarrollarán de forma simultánea en Sudáfrica, dentro de la Iniciativa Sudafricana de Vacuna contra la Tuberculosis (SATVI).

RESULTADOS ESPERANZADORES

Los resultados obtenidos en la primera fase de ensayos clínicos en adultos son “muy esperanzadores”. Según el ponente, la MTBVAC produce una respuesta inmunológica mayor que la actual BCG y sus efectos secundarios son muy similares. “Pensamos que la vacuna puede llegar a un nivel de protección del 80% mientras que la actual BCG alcanza solo entre el 30 y 40%”, adelantó Carlos Martín.

En el caso de los recién nacidos, los estudios de la fase 1 acaban de finalizar y no se conocen sus resultados, aunque “de momento no hay evidencia de que se hayan producido reacciones adversas de la vacuna, aunque hay que esperar los resultados de inmunología a final de año”, subrayó Martín.

Según el ponente, el fracaso de anteriores vacunas en las que había depositadas grandes esperanzas, como la de Oxford, ha provocado la cautela de los organismos y fundaciones, reacios a impulsar el desarrollo clínico de nuevas vacunas sin una gran evidencia de su potencial de protección.

El especialista hizo un llamamiento para sumar apoyos y acelerar los ensayos clínicos que permitirían contar con una vacuna segura y eficaz para el 2020. “Cuanto antes se ponga en marcha, más vidas se pueden salvar”, recordó el catedrático, que señaló cómo en situaciones de emergencia como la reciente epidemia de Ébola, ha sido posible “con recursos y voluntad” el desarrollo clínico de una vacuna eficaz en tan solo dos años.