Efraín Juárez es un futbolista honesto, de irreprochable actitud, de espíritu entregado y de los que hace vestuario. Al que no se le escucha una palabra más alta que otra, ni dentro del grupo ni en sus declaraciones a la prensa. Sin embargo, tantas jornadas de Liga, tantas veces titular, tantas oportunidades como lateral derecho llevan a la conclusión unánime de que no puede seguir ni un minuto más en este Zaragoza, que no merece tanta confianza, que no da el nivel para jugar en la Liga y que en esa posición en la defensa supone un camino que los enemigos encuentran con facilidad.

Ayer, fue protagonista de los dos goles del Athletic para aumentar su expediente. Le regaló un gran pase a Susaeta en el primero y permitió que Toquero se le anticipase tras el pase de De Marcos. Fue, sin duda, el mejor... del Athletic. San Mamés le estará agradecido.

El caso es que no es la primera vez. Por ejemplo, Jordi Alba se acuerda bien de cómo le dejó marcar el gol del Valencia. Ha podido jugar de lateral derecho con México, en el Celtic o en Barbate, equipo que por cierto también figura en su historia, pero carece de las nociones básicas para ese puesto. La coartada que puede tener es que su posición es el mediocentro. Quizá, pero lateral, donde es un chollo para cualquier rival, no es.

En todo caso, la cuestión hace tiempo que es de dominio público en La Romareda. Pero Aguirre, que lo trajo, como a Barrera, le da un partido tras otro, aunque ayer el 'Dinamita' sí probara una merecida ración de banquillo. El Vasco argumentó en una ocasión que ambos llegaron cedidos al Zaragoza rebajando sus salarios. Son una apuesta personal del técnico, ocupan plazas de extracomunitarios y le están haciendo un nulo favor a su credibilidad. Sobre todo, Juárez, cuyo currículum de errores es amplísimo ya. Sin embargo, él no decide si debe jugar. Eso es decisión del entrenador, que no percibe, o no quiere percibir o tiene motivos para no hacerlo, una realidad que el resto del zaragocismo ve nítida con 'Efra'. No puede jugar ni un minuto más.