Ponzio está en su séptima temporada en el Zaragoza, con el paréntesis que supuso su regreso a Argentina, a River Plate, dos años y medio, y se admiten pocas dudas de que está viviendo su mejor momento como zaragocista en un curso que no ha sido nada fácil para él. Casi siempre fijo por su carácter y por su polivalencia, Leo lo es también y por fin en la posición que le vio nacer en Argentina, en ese puesto de 5, de jugador escoba por delante de la zaga. Ahí ya se ha hecho imprescindible en el esquema de Javier Aguirre. Abarca campo, es vital en las ayudas y en la contención y, además, es más solvente en la salida de balón, quizá su gran hándicap desde que llegó. Y, como ha hecho siempre, cumple y aporta un plus de intensidad y de capacidad física al equipo. Con todo eso, es normal que el Vasco ya no tenga dudas con él. No tiene ninguna.

Tenerlas el mexicano las tuvo. Cuando llegó al Zaragoza, el papel de stopper fue para Edmilson, porque a Aguirre le gusta que en su esquema de cabecera --4-1-4-1-- ese papel de pivote por delante de la zaga lo lleve a cabo un jugador alto, que aporte capacidad aérea. Márquez lo hacía en la selección de México y en el Zaragoza Edmilson fue el primer señalado para ser titular en los cuatro primeros partidos con el míster azteca. El resultado, dadas las limitaciones físicas del brasileño, fue nefasto. Y tampoco salió mejor la apuesta por Pinter, el segundo recurso para esa plaza, en Pamplona.

Ponzio jugó como lateral derecho por la baja de Diogo en el debut de Aguirre en Getafe, donde fue expulsado, y después pasó al banquillo disputando el tramo final de los partidos ante el Almería y el Madrid, pero no como pivote sino en la línea de cuatro en la medular. No es de extrañar que a Ponzio se le pasara por la cabeza su salida en Navidad, dijera lo que dijera después, y hasta se dejó querer con sus declaraciones hacia Boca, que lo tenía en su agenda, aunque no como prioridad.

El día del cambio

El partido clave llega ante la Real Sociedad. Aguirre había probado ya con Pinter y con Edmilson y el equipo no se sostenía. Apostó por fin por Leo y éste, en su posición natural, conquistó al mexicano. En todo caso, si le quedó alguna duda, la resolvió a la semana siguiente. Ponzio era baja por acumulación en Cornellá y allí Aguirre dio media parte a Edmilson, ya definitivamente señalado al descanso, y la otra a Pinter. El partido, el peor del 2011, terminó en 4-0.

Desde entonces, Ponzio ha acumulado méritos y buenos partidos y se ha hecho indispensable para Aguirre. Se perdió el choque del Camp Nou por sanción, pero en el once zaragocista son Leo y diez más. El partido ante el Getafe, donde anotó su primer gol del curso, es un buen ejemplo del crecimiento del argentino. Por ejemplo, dio 42 pases, de los que 34 fueron buenos. Si a lo mucho que aporta añade acierto con el esférico... De hecho, ante el equipo madrileño se le echó en falta cuando se retiró lesionado en la segunda parte por una herida de un taco. Esa dolencia no hace peligrar su presencia en Villarreal para alivio de Aguirre.

Ponzio fue fijo en su llegada al Zaragoza en el verano del 2003, pero siempre apelando a su polivalencia, a su capacidad de jugar en los dos laterales y en el medio, siempre cumpliendo, pero con Víctor Fernández tuvo que hacer las maletas en enero del 2007 al no tener sitio en el equipo titular. Regresó para ayudar al ascenso y fue también pieza clave para Marcelino y para Gay. Pero con Aguirre ha conseguido serlo en su posición natural y cuando de salida no contaba con el favor del mexicano. De ahí su gran triunfo.