Con la sangre helada por la cercanía de su eliminación pese a que el Barça jugara con uno menos por expulsión de Ronaldinho en la primera parte, el Real Zaragoza encontró al mejor Óscar en una noche de fútbol de suspense. Su gol fue de cine en todos los sentidos y adornó el pase del conjunto aragonés a las semifinales de la Copa, donde se encontrará con otro monstruo, el Real Madrid. El centrocampista recuperó a su equipo de la noche, con un amenazador 1-0 que Messi había logrado al filo del descanso y un enemigo de colmillo largo y juego fino aun en inferioridad numérica que se llevó una victoria inútil con una diana tardía del sueco Larsson.

Fue un premio precioso a la resistencia y a la administración global de la ventaja adquirida en La Romareda, donde realmente se fraguó gran parte de este perfecto guión de un torneo en el que sobrevive el espectáculo emocional y deportivo que tanto se echa de menos en la Liga española. Se sabía que, incluso con el 4-2 favorable de la ida, los azulgrana iban a adueñarse del encuentro en la búsqueda constante y obsesiva de la portería de César y que los momentos de angustia superarían a los de sosiego. Así ocurrió hasta que una entrada a destiempo de Ronaldinho, que salió como un 9 flexible, sobre Cani en el minuto 37 situó la cita en otro escenario al menos diferente. La roja a la estrella brasileña fue contestada con un tanto de Messi. No había tregua.

El Real Zaragoza aguantó a veces como pudo y en ocasiones con la clase de Celades y Cani y la perseverancia constante de Diego Milito. No hubiese sido injusto que el equipo de Víctor Muñoz se hubiera ido al entretiempo con un empate en el marcador. Messi y Márquez tuvieron dos ocasiones claras para abrir el marcador, pero Cani, a pase de Diego, y Ewerthon, de cabeza a lanzamiento largo de Ponzio, justificaron la nómina de titular en este torneo de Jorquera, que sacó dos manos prodigiosas. Mezclaba el conjunto aragonés un cierto aire desvalido frente a la calidad de Deco, pero por el otro perfil se le adivinaba la cola del escorpión que lleva dentro.

El camino comenzó a hacerse largo y pesado, acusando el Zaragoza un cierto agarrotamiento psicológico y una excesiva carga de tarjetas por faltas. El peligro no dejó de masticarse en la atmósfera de un Camp Nou indignado por la justa expulsión de su ídolo, y hubo instantes de considerable desconcierto que se acrecentaron con un disparo de Iniesta al poste derecho de César. El conjunto aragonés no lograba aprovechar su superioridad y tampoco trasladarle al Barça un sentimiento de preocupación, de aviso. Muy estático, sin agrandar el campo y multiplicando las faltas, soportó la segunda avalancha azulgrana, ésta menor en virulencia y verticalidad que la inicial.

TALENTO CONTRA TALENTO En todo el partido, al margen del compromiso colectivo en el esfuerzo y las ayudas para obstaculizar las entradas por banda de los azulgrana, hubo cuatro futbolistas del conjunto aragonés que respondieron con la altura de su talento a un rival gigantesco sin Etoo ni Ronaldinho. Celades se sintió como en casa. Su interpretación de la salida de la pelota se nota que pertenece a los cachorros del Dream Team. Qué mejor lugar entonces que el Camp Nou para jugar al fútbol con batuta, se dijo. Y lo hizo, con algún bache breve, con magistral criterio mientras algunos de sus compañeros se desmayaban de taquicardía cuando les presionaban.

Luego, o siempre, Cani. El canterano actuó ligero como una pluma en un ambiente cargado. Elevado sobre el pedestal de un veterano contempló el asedio sin un solo nervio, y un pase magistral que no acertó a empujar dentro Diego, otro de los espléndidos anoche para pesadilla de Oleguer y Puyol, fue el preludio del estrellato de Óscar. El salmantino circula entre los callejones y las avenidas, pero ayer tomó la autopista de la fantasía Con Pelé en la grada, le hizo un guiño a su marcador, se fue hacia la derecha y dibujó una parábola imposible para Jorquera. Óscar O rei y el Zaragoza sigue en busca de la corona.