Un desastre. Eso fue el Zaragoza en Mendizorroza. Y a ese calificativo no se le puede poner ni una excusa, en forma de bajas, lesiones, césped en mal estado o el tamaño de la luna, ni un atenuante, ni nada que pueda justificar el partido perpetrado en Vitoria. Allí llegaba con 13 puntos de 15, con cinco jornadas sin encajar goles, en pleno y esperanzador vuelo y el siniestro fue total, completo, absoluto, el peor partido de la temporada ante un Alavés que, sin ser nada del otro mundo, se limitó a estar más serio, más ordenado y más intenso para hacer valer la superioridad en todas las líneas, empezando por la medular, donde el Zaragoza fue un agujero, y acabando por la defensa, que recordó el coladero de antaño.

La justificación de las lesiones, de una enfermería que se acerca al metro en hora punta, se queda muy corta, insuficiente en cualquier caso. El Zaragoza, con la limitación de 18 fichas y con los problemas en pretemporada, da para lo que da, pero en todo caso para mucho más de lo que ofreció en Vitoria, donde no hizo ni un solo mérito para pensar en la victoria. En otros desastres de este curso --Mini Estadi, Numancia, Valladolid o Las Palmas-- hubo algún momento en el que el equipo emitió síntomas de vida. Ayer fue un alma casi inerte, sobre todo en la segunda parte, donde dimitió del encuentro para sonrojo del zaragocismo.

El varapalo en el feudo de un rival que lucha por la permanencia y que ayer acudía a la cita con seis bajas es de órdago y obliga a centrar la mirada en la sexta plaza, que conserva el Zaragoza por los méritos de la racha anterior, y a olvidarse de un ascenso directo que está a 10 puntos. Bueno, al nivel de Vitoria, a años luz. El equipo ya había dado muestras de caída en Sabadell, pero empató. En Mendizorroza fue un dolor global, un bloque sin alma, limitado físicamente, sin consistencia y sin llegada, pese a juntar a Willian José y a Borja en ataque en una decisión sorprendente de Popovic.

El campo, con arena y con zonas levantadas por el agua caída, invitaba a pensar en un partido de músculo y el serbio volvió a una medular liviana, con Galarreta y Dorca porque aún no ve a Natxo Insa y Lolo ha pasado al olvido. Desde la superioridad en el medio, la dictada por Rafa García, Toribio y la ayuda de Juanma, el Alavés gobernó el choque, lo controló con nitidez, mientras que la estocada la dio por las alas, donde Lanza y Toti desnudaron a Fernández y Rico. Además, Barreiro generó muchos problemas a los centrales, más a un nervioso Cabrera.

Había decidido el entrenador zaragocista reservar a Vallejo y tocar la zaga para la entrada de Rico en el lateral y el paso de Cabrera al eje. Doctores tiene la Iglesia, claro, pero no parece buena idea tocar algo que funciona, sobre todo si es el sistema de contención. El caso es que el Zaragoza no carburó desde el inicio y el Alavés no tardó en mostrar más nivel. Bono, en el primer desajuste de Fernández, le ganó un mano a mano a Barreiro tras un pase de Lanza.

RICO Y FERNÁNDEZ

El Zaragoza era una nulidad con el balón, que no tardaba en regalar, y perdía en todas las disputas. Solo la actividad de Pedro y algún destello de Willian José le permitían acercare a la meta de Manu Fernández. Fuegos de artificio en todo caso, porque al meta del Alavés nunca se le exigió. No tardó el fútbol en premiar al mejor equipo y lo hizo por medio de Toti en una jugada donde Lanza se marchó de Rico y Bono no despejó su centro. Fernández pasaba por allí, se puede dar fe de ello, pero no vio a Toti solo.

Nada funcionaba en el equipo aragonés, con Eldin perdido pese a cambiarse de banda con Pedro, con Galarreta sin ninguna influencia en el juego, con Borja desaparecido y con una defensa que no era ni de lejos la de partidos anteriores. Bono despejó un cabezazo de Juanma tras otro envío de Lanza, un extremo con el que soñará Rico. La primera parte acabó con el Alavés agazapado, con un pisotón de Barreiro a Pedro que se quedó corto con una amarilla y con el isquiotibial de Mario pidiendo socorro.

Con la entrada de Vallejo comenzó el segundo acto, donde el pleito solo duró diez minutos. El Zaragoza salió dormido y entre Rafa García y Toti cocinaron un gol lleno de errores de la defensa, con especial mención para Fernández, que convirtió Lanza. Borja Bastón, titular tras arrastrar molestias, apareció para dar un tímido taconazo, el único remate a puerta zaragocista, pero un cabezazo de Barreiro, que superó a Rico y Cabrera en el centro de Raúl García, convirtió la derrota en desastre.

Con 3-0 y más de media hora no hubo partido y sí malas noticias. Rico fue expulsado por una entrada en plancha dura, pero quizá de excesivo castigo por el árbitro, Galarreta vio la quinta amarilla, Bono se resintió en el cuádriceps para que Alcolea debutara en esta Liga y contra 10 el Alavés aún pudo llevar la goleada hasta el escándalo. Bono, antes de lesionarse, evitó el gol de falta de Lanza y Jarosik no acertó en el rechace, además de despejar otro disparo de Rafa García, mientras que Alcolea no pudo hacer nada en el cuarto, ante Toti, con el equipo roto, fuera del partido. Fue un accidente, sí. Grave, también. Ante el Llagostera se verá si solo fue eso.