El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, tildó ayer de "lamentable" el incendio que la Nochebuena destruyó el simbólico santuario de la Virgen de la Barca en Muxía. En su visita al templo, en la Costa da Morte, Feijóo añadió que "los accidentes de la naturaleza son inevitables" --en referencia a la hipótesis de que sea un fatídico rayo el causante del desastre--, pero que el edificio se rehabilitará "cueste lo que cueste".

La Xunta de Galicia ya ha informado al Obispado y al alcalde de Muxía, Félix Porto, sobre la decisión de contratar de forma inmediata el proyecto de reconstrucción total del templo, ya que algunos de los daños --como el retablo mayor-- son irreparables. Lo inmediato, enumeró, es una limpieza integral, y apuntalar y asegurar la bóveda.

El subdirector de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Galicia, Manuel Chaín, añadió a pie de obra que los técnicos ya estaban trabajando en dar "seguridad" a la construcción devorada por el fuego, sin descuidar la vigilancia sobre la bóveda, ya que está "soportando su peso y el de los restos de la madera quemada de la estructura mientras continúa lloviendo".

Muxía volvió a convertirse de nuevo en una zona cero --ya lo fue en la tragedia del Prestige--, y la sociedad gallega vuelve a volcarse en la recuperación de este patrimonio, centro de peregrinaciones del Camino de Santiago. "Si cuando sucedió la marea negra salimos adelante, ahora tenemos que salir de esta otra batalla fortalecidos", afirmaba Manuel Carrera, el hombre que más cerca vive del templo, puesto que habita una de las dos casas situadas en los aledaños. "Menos mal que la Virgen no estaba dentro", añadía.

Galicia, al igual que buena parte del país, seguía ayer en alerta por el temporal. La parte más fatídica se la llevó Canarias. Un hombre de 47 años y una niña de 11, ambos franceses, fallecieron ahogados en La Graciosa y otros dos menores de la misma nacionalidad tuvieron que ser rescatados. Los cuatro fueron arrastrados mar adentro por una gran ola. La isla, como el resto del archipiélago, se encontraba en aviso amarillo.

Segovia también se llevó un buen susto cuando, como consecuencia de las lluvias, una roca de trece toneladas cayó sobre uno de los paseos más transitados de Segovia. La suerte quiso que no se registraran heridos. Mientras que en Andalucía las miradas continuaban fijándose en Alcalá de Guadaíra, en donde la caída de un muro el día de Navidad aplastó una quincena de coches aparcados, dejando una imagen impactante.