Pequeña, menuda y frágil, Audrey Hepburn siempre destacó por tener una cara con ángel , título del filme de Stanley Donen que protagonizó en 1957. Hoy tendría 76 años, pero seguramente conservaría esos enormes ojos y esa inocente sonrisa que hicieron suspirar al mundo. A mediados de noviembre, Ediciones B publicará Cómo ser adorable. El estilo de vida de Audrey Hepburn, en el que la escritora Melissa Hellstern describe las claves para ser "muy Audrey": tener "una combinación etérea de gracia, elegancia, encanto y sabiduría".

Edda Kathleen van Heemstra Hepburn-Ruston nació en Bruselas en 1929. La estricta educación de su madre, aristócrata holandesa, y las clases de ballet que recibió le proporcionaron esa elegancia natural que lució en Sabrina, Vacaciones en Roma y Desayuno con diamantes. Aunque de pequeña soñaba con "llevar tutú y bailar en Covent Garden", consiguió pequeños trabajos como modelo y actriz. A los 21 años, la guionista Sidonie-Gabrielle Colette la eligió para el musical Gigi , en Broadway. El salto al cine fue inmediato, y con dos proyectos en su carrera norteamericana, Audrey ya era el gran amor de todo el país. Ella y su tocaya, Katharine, se erigieron en princesa y reina de Hollywood, respectivamente.

Nada la hizo descender del pedestal del público. Ni el día que conoció a Cary Grant y derramó una botella de vino en su traje. Ni su gran debilidad por el chocolate. Ni su adición al tabaco. Ni siquiera un reportaje de la revista People que la describía al final del día "deambulando por la casa con un cigarro Kent en la mano y los dos dedos de JB que se servía cada noche".

ROMANTICA Autodefinida como "terriblemente romántica", su vida sentimental se le resistió más que el público. Suspendió su boda con James Hanson. "Caí en la cuenta de que sería mala esposa, que le haría permanecer a mi lado sujetando el abrigo, mientras firmaba autógrafos", explicó la actriz. Incluso en eso era altruista. En 1953 conoció al actor Mel Ferrer y se casó con él. Después de cuatro abortos tuvo a su primer hijo, Sean, pero se divorció a los 39 años. Al poco se enamoró de Andrea Dotti, nueve años menor que ella. Con él tuvo a su hijo Luca, y por ellos dejó Hollywood durante 10 años. A los 51 se divorció y se enamoró de Robert Wolders, con quien pasó sus últimos años.

Pero lo que hizo más adorable a Audrey Hepburn fue ignorar que lo era. Constituía un cúmulo de complejos: poco pecho, pies demasiado grandes... Incluso llegó a decir que era "tan fea" que "nunca nadie" la querría por esposa, pero su gran amigo, el modisto Hubert de Givenchy, la asoció para siempre con la alta costura. Su papel de embajadora de buena voluntad de Unicef acabó de encumbrarla como ángel en la tierra y, sobre todo, supo envejecer. Cuando murió de cáncer a los 63 años, The New York Times publicó que "se prestaba tan poco a fingir juventud como había hecho a fingir voluptuosidad". Audrey siempre será una princesa de cuento, pero ni eso reconocía: "No es que yo tenga más valor, es la inflación la que ha crecido", decía.