Entre los años 1976 y 1984, tres seísmos de más de 7 grados de magnitud (equivalente a la energía de la mayor bomba nuclear jamás explotada) se sucedieron cerca del pueblo de Gazli, en Uzbekistán. Los temblores provocaron un muerto, un centenar de heridos y daños a los edificios.

En 1956, la Unión Soviética había descubierto un campo de gas al lado de Gazli y llevaba explotándolo desde 1963. No obstante, el pico de explotación gasística ya había pasado, y la presión del gas se había ido reduciendo desde cinco años antes. Antes de 1976, la zona no había sufrido terremotos.

Diversos investigadores opinan que la extracción del gas cambió el estado de estrés de las estructuras geológicas del campo, induciendo la anómala serie de fuertes terremotos que se produjeron.

«Es un campo de gas inmenso, del cual se sacó mucho gas en la época soviética», afirma Antonio Villaseñor, investigador del Instituto de Ciencias de la Terra Jaume Almera. «No obstante, la relación [con los terremotos] no está probada definitivamente: el cambio de esfuerzo se produjo a unos poco kilometros bajo tierra, mientras el epicentro fue mucho más abajo», apunta.