Han pasado 11 años desde que Juan Alberto Belloch se estrenase como alcalde de Zaragoza después de ganar al PP que entonces lideraba José Atarés. Tras cuatro años como líder de la oposición, algo más de 4.000 votos de diferencia permitieron al socialista ostentar la Alcaldía en un primer mandato en el que Zaragoza vibró y se emocionó con la concesión de la exposición internacional del 2008, sin duda el proyecto estrella del alcalde y el que más ha cambiado la fisonomía de la ciudad.

Fue en diciembre del 2004 cuando Zaragoza conoció que iba a albergar la muestra y cuando toda la maquinaria empezó a trabajar a pleno rendimiento de cara al evento. Un Gobierno de España del mismo signo político --con excelentes relaciones con la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega-- y un Ejecutivo aragonés liderado por el también socialista Marcelino Iglesias no solo no pusieron pegas sino que colaboraron con el proyecto de forma expresa y económica.

Inmersos en obras y preparativos, los zaragozanos votaron otra vez en el 2007 y volvieron a dar la Alcaldía a Belloch, que obtuvo 13 concejales y 115.723 votos frente a los 103.191 del Partido Popular, que encabezaba entonces en el consistorio la actual consejera de Educación, Dolores Serrat. Si en la legislatura anterior Belloch había pactado con Chunta en esta lo hizo con el PAR.

Quedaba apenas un año para la inauguración de la Expo. La celebración de la muestra supuso una inyección de más de 2.200 millones de euros en la ciudad, con iconos arquitectónicos como el pabellón puente de Zaha Hadid, la Torre del Agua, el frente fluvial, las riberas recuperadas como zona verde para los ciudadanos, el Parque del Agua, el corredor verde... Zaragoza comenzó a vivir de cara al río también con infraestructuras renovadas, se cerraron los cinturones, se amplió el aeropuerto y la ciudad estrenó también la estación de Delicias. Se puso en marcha la Terminal Marítima de Zaragoza, una de las más punteras de España. Pero sin duda la consecución de la Expo y lo que ello supuso en el cambio de modelo de ciudad es lo que más recuerda Belloch de su paso al frente del consistorio.

A pesar de ello, las urnas no fueron complacientes con el alcalde. Quizás por la debacle vivida por el Partido Socialista en toda España o quizás porque la marca Belloch ya estaba agotada, pero en el 2011 el PP, con Eloy Suárez como candidato, le sacó más de 45.000 votos al socialista. Con solo 10 concejales frente a los 15 de los populares, Belloch se invistió como alcalde con los apoyos de CHA e IU. Con los 16 concejales que suman las tres formaciones se han aprobado presupuestos y se ha dado, ya sin grandes proyectos de ciudad, un cariz más social a las políticas municipales. Y eso que el mismo Belloch expresó su deseo, en su día, de que la ciudad nunca fuera gobernada por un tripartito de izquierdas.

Al final los socios han conseguido entenderse, al menos en asuntos fundamentales. Y han hecho frente común contra los envites del PP y los recortes impuestos desde el Gobierno central. También en materia económica, donde la gestión de Belloch acumula algunas sombras con las demoras en el pago a los proveedores municipales y la elaboración del plan de ajuste, que ha logrado sanear en parte las cuentas del consistorio. Unas finanzas que la Cámara de Cuentas puso bajo sospecha con un informe provisional que está pendiente de ser ratificado o de (como ha sucedido ya en otras ocasiones) exculpar al alcalde que llegó a ser el mejor pagado de todo el país.

Con la crisis de telón de fondo y tras la renuncia a Expo Paisajes (y con ella la imposibilidad de cerrar la orla este, uno de los proyectos que más ha sentido tener que desechar) y a la organización de los Juegos de Invierno de 2022, la ciudad se centró en el tranvía, sin duda el legado más importante que Belloch ha dejado a la ciudad después de la Expo. El alcalde, que siempre dijo que se fijaba en Toulouse como modelo de ciudad, inauguró la línea Valdespartera-Parque Goya y ha preparado el camino para poner en marcha una segunda línea este-oeste que, en todo caso, se hará o no realidad en la próxima legislatura.

Con el tranvía estrenado, el área social ha sido la protagonista en estos años, con un plan contra la exclusión que ha aunado una dotación cada vez más abultada para ayudas de urgencia, tramitación del salario social, becas de comedor con las que complementar las ayudas de la DGA... Con estas políticas el PSOE se ha tratado de desmarcar del Gobierno popular de Mariano Rajoy (y de Rudi en Aragón) y poner en valor que Zaragoza es el único punto rojo en el mapa de las grandes ciudades. La única gran urbe con un alcalde socialista, aunque "algo heterodoxo", como ayer él mismo reconoció.