La llegada de un nuevo Gobierno central es siempre motivo de dudas y expectativas por parte de las comunidades autónomas. Estas tienen gran parte de las competencias asumidas, pero las directrices marcadas por el Estado, así como las relaciones bilaterales son imprescindibles para un correcto funcionamiento de las administraciones y para que la convivencia entre las mismas sea plácida. A priori, el hecho de que ambos gobiernos sean del mismo color debería beneficiar las relaciones de bilateralidad, pero esto no siempre es así. Está por ver cuál será el grado de relación entre el Gobierno central y el aragonés, con numerosas responsabilidades compartidas, cuestiones pendientes y también alguna discrepancia.

De momento, la llegada del nuevo Gobierno ha sido bien recibida por su homólogo autonómico, aunque este no ha perdido el tiempo y los distintos consejeros llevan toda la semana elaborando un informe de sus respectivos departamentos para trasladarlo a los ministerios correpondientes. Será una especie de carta de peticiones y demandas, así como una especie de cronograma a tratar sobre asuntos específicos que conciernen a la comunidad autónoma, más allá de los generales como pueden ser las políticas de empleo, de seguridad social, defensa o interior. Habrá que dar los cien días de cortesía preceptiva para conocer cuál es el rumbo de las relaciones, no siempre fáciles, entre Aragón y el Estado. De momento, para el primer año de este nuevo Ejecutivo, hay una pista fehaciente, cómo es el presupuesto que, paradójicamente, diseñó otro Gobierno, del PP, y que fue enmendado sin éxito por el PSOE, que consideró que no eran unos presupuestos satisfactorios para Aragón, a pesar de que aumentaban la inversión y mantenían las partidas en los proyectos estratégicos largamente reivindicados. Será a partir del próximo año, si no hay elecciones anticipadas, cuando se conozca la intención política del Estado, con el diseño de presupuestos propios y con unos meses para conocer ya el grado de relación.

Pedro Sánchez no ha tenido una relación fácil con el PSOE aragonés. Solo le han apoyado desde el princio tres cargos de cierta relevancia: Susana Sumelzo, Miguel Dalmau y Víctor Ruiz. A pesar de ello, su presencia en Aragón ha sido continua. Ahora las tornas han cambiado y hay un aparente cierre de filas en torno a su figura. Habrá que ver si eso ayuda.