La responsable municipal de Servicios Públicos, Carmen Dueso, desveló las claves de la futura reordenación de líneas de autobús que se pondrá en marcha en el 2013, cuando esté en marcha la línea completa del tranvía y ya se haya adjudicado la nueva contrata. Solo es un borrador en el que las principales novedades fueron una reducción de casi tres millones de kilómetros al año, que implica, a su vez, la supresión de hasta siete líneas y la modificación de otras 15 en todo el mapa actual del servicio. Un recorte generalizado que busca "evitar duplicidades y ajustar la oferta a la demanda".

Esta estará marcada por el tranvía, con el que se prevé absorber el 25% de los usuarios del transporte público (30 millones de viajeros al año frente a los 120 globales), de manera que el ajuste que se propone, del 15,3%, mantendría unos niveles de calidad suficientes "para los próximos cinco o seis años". Esta era la explicación para justificar un recorte en el que se pasará de más de 20 millones de kilómetros recorridos anuales a 17,35; de 7.700 expediciones en días laborables a 6.469 (un 16% menos); de 334 autobuses en la calle a solo 273; de las 2018 paradas de ahora a 1.892 (un 7%).

Al final, lo que se traslada al usuario, a efectos prácticos, es que cuando esté funcionando el tranvía, dejarán de existir las líneas 20, 30, 31, 45, 50 y las lanzaderas C-2 y C-4; que la 31 ampliará su recorrido en octubre para dar mayor servicio a Parque Venecia y, en el futuro, sustituirla por la 34 (esta reemplazará a la 31 y a la C-4); y que las líneas 22, 23, 28, 32, 34, 36, 40, 42, 43, 44, 52 y los nocturnos N-2, N-3, N-6 y N-6 verán modificados en algún punto de su recorrido actual. ¿En cuál? Ayer, a pesar de las explicaciones de Dueso, y del jefe de Tráfico, Antonio Asensio, era una auténtica odisea comprender en qué puntos concretos, con respecto a qué recorridos (si el actual o al de antes de las obras del tranvía) y, sobre todo, por qué razón.

Ni siquiera se atrevió a hacer una estimación del ahorro para las arcas públicas. Si fuera con la actual contrata, equivaldría a más de doce millones, pero esta reordenación se pondrá en marcha con el tranvía funcionando hasta Parque Goya y una nueva adjudicataria del servicio de autobús, en el que, además, el criterio del precio por kilómetro ya no será el único para fijar un precio. También hay que tener en cuenta los activos que revierten en el ayuntamiento, la amortización de la flota y un largo etcétera que aún no aclara el Gobierno de Juan Alberto Belloch.

La repercusión más inmediata es la pérdida de empleo. La forma de atajarlo, según Dueso, será valorar, en la presentación de ofertas a la contrata, las que hagan un esfuerzo por mantener los puestos y, por otro lado, se pedirá a Los Tranvías de Zaragoza que "priorice a los conductores de autobús" a la hora de contratar. Se buscará la "solución menos traumática" y vería con buenos ojos que "se eliminen las horas extras".

BUSES DE 10 METROS

Pero cómo mantener el empleo no va a ser el único quebradero de cabeza para Dueso. También cómo se va a ver afectado el servicio, barrio a barrio, en cada una de las líneas modificadas o suprimidas. Por ejemplo, Las Fuentes perderá la línea 30, después de que en la primera modificación se sacará ya del eje de Gran Vía y Fernando el Católico hacia Casablanca. Ahora su recorrido lo cubrirá la 22, que hará un recorrido adicional por el distrito pero que, a la hora de llegar al centro se aleja del trazado actual de la 30 por San Miguel y Constitución. No es de extrañar que las redes sociales se convirtieran ayer en un hervidero de críticas desde todos los barrios de Zaragoza.

Tampoco se aclaró que líneas se reforzarán con autobuses articulados, cuales mantendrán el normal de doce metros y cuáles tendrán unos nuevos de diez metros, de los que solo se dijo que se pondrían para las de menor demanda. El borrador al menos aclara que circularán en nueve líneas: C1, C4, 57, 58, 28, 43, 54, 55 y 56. Es decir, la mayoría de las lanzaderas del tranvía.