Desde 1860, cuando Pirotecnia Zaragozana abrió sus puertas, se han producido cinco grandes explosiones. En cuatro de los sucesos ha habido que lamentar víctimas mortales. El accidente de ayer eleva el número de siniestros a seis y se convierte en el más grave de los últimos 50 años.

Se instaló en Utebo en 1952 y en 1990 se trasladó al barrio zaragozano de Garrapinillos. Con el paso de los años, esta empresa familiar se ha convertido en uno de los mayores exportadores de productos pirotécnicos a varios países europeos.

El primer suceso se produjo el 3 de junio de 1967, cuando cinco empleados perdieron la vida. Desde entonces nunca habían fallecido más de tres personas en un siniestro de estas características. En 1973 se repitió el suceso ya que el año comenzó con un gran susto. En enero se produjo una explosión que dejó cuantiosos daños materiales pero ninguna pérdida. Diez meses después, el estallido de los artefactos acabó con la vida de un hombre en el acto y, días después, con la de dos de trabajadores que resultaron heridos.

La empresa pirotécnica volvió a vivir una situación similar en 1984, cuando 7 de las 100 casetas donde se fabricaban o almacenaban los fuegos artificiales volaron por los aires y ocasionaron un gran incendio. Entonces, solo hubo que lamentar cuantiosas pérdidas económicas --entonces 10 millones de pesetas-- pero ninguna víctima mortal.

Cuatro años después de inaugurar la sede en Garrapinillos, en 1994, se produjo una nueva explosión que acabó con la vida de un hombre de 44 años como consecuencia de las quemaduras que sufrió en el siniestro mientras manipulaba varios artefactos. El último suceso que se había registrado desde entonces data de junio del 2007. Solo se produjeron daños materiales.

ACCIDENTES MENORES

A pesar de la alta seguridad, varios de los trabajadores han sufrido accidentes menores con graves consecuencias. En el año 2000, tres operarios sobrevivieron a distintos accidentes ocurridos en las instalaciones. Uno de ellos sufrió quemaduras en el rostro y en las manos al estallar un artefacto que estaba manipulando. En abril del 2001, dos empleados resultaron con quemaduras muy graves cuando eliminaban residuos de polvo de pólvora.