La indignación no se va de vacaciones. La manifestación de ayer en Zaragoza contra los últimos ajustes del Gobierno de Rajoy superó las expectativas. A pesar de producirse en plenas vacaciones de verano, se convirtió en una de las más multitudinarias que ha habido en la ciudad en los últimos años contra los recortes del actual y el anterior Ejecutivo. Además de la masiva participación, la protesta convocada por UGT y CCOO destacó por el variopinto espectro de colectivos sociales, profesionales y ciudadanos que logró aglutinar. Está claro que la unidad crece con cada dentellada que el Gobierno da a la tijera, lo que ha conseguido que las movilizaciones traspasen el universo de los sindicatos o de las protestas juveniles surgidas hace un año bajo el paraguas del Movimiento 15-M.

La prueba de esta pluralidad quedó reflejada en el gesto de adhesión a la causa que realizaron miembros de los cuerpos de seguridad. Varios furgones de la Policía y camiones de los Bomberos, que se encontraban a la cola de la manifestación en labores de servicio, no dudaron en hacer sonar las sirenas durante un cuarto de hora, un símbolo de protesta que fue vitoreado por los manifestantes.

Todos ellos son empleados públicos, cuya presencia predominó en la marcha. No en vano, es uno de los sectores más golpeados por los recortes del Gobierno, que ha suprimido la paga de Navidad a los funcionarios. "No me movilizo por que me quiten una extra, sino por que mis hijos y los que vengan puedan tener unos servicios públicos de calidad", defendía Rubén Eito, enfermero del Salud. "Los recortes no me importan tanto como que estén quitando el dinero a los que menos tiene para dárselo a los más poderosos", remarcaba José Ramón Solans, profesor universitario. "La gente se ha dado cuenta de que tiene que salir a la calle a luchar por sus derechos", alentaba Evangelino Navarro, miembro de CSIF, el mayor sindicato de empleados públicos.

Entre los funcionarios era muy visible y numerosa la participación de los miembros de la Marea Verde en defensa de la educación pública. María Almalé y María Castilla son dos maestras de Primaria que forman parte de este colectivo que no faltaron a la cita. "No sé si las movilizaciones servirán para cambiar algo pero al menos se escucha la voz de la calle. Parece que no tenemos derecho ni a quejarnos", lamentaron.

Entre la amalgama de movimientos reivindicativos de la manifestación se encontraba la Marea Naranja surgida en defensa de los servicios sociales. "Hace dos meses que nació el colectivo y cada protesta que hacemos duplicamos la participación", explicó Alicia Corredor, trabajadora de este sector.

De todos los colores

A la manifestación también se sumó una nutrida cuadrilla de Bomberos de Zaragoza equipados con la indumentaria de trabajo, mientras un grupo de jóvenes desfiló en ropa interior con la pancarta Nos han dejado en bragas. Con color blanco se distinguieron los médicos y enfermeros que acudieron ataviados con la bata de trabajo. Trabajadores de Correos con paraguas amarillos y profesores universitarios con camisetas negras en señal de luto ampliaron el colorido de la marcha, en la que también portaron pancartas propias los empleados de grandes empresas como BSH (Balay), CAF, HP o Renfe.

El bochornoso episodio protagonizado por la diputada del PP Andrea Fabra no pasó desapercibido para los manifestantes, que ironizaron con su comentario en las pancartas. Jodidos sí, pero no rendidos, era uno de los lemas más aclamados.

En la parte final de la marcha, a ritmo de dulzainas y timbales, se colocó el llamado Bloque Crítico, formado por el Movimiento 15-M y sindicatos como CGT y SOA. A este último pertenece Luis Bitria, quien está convencido de que las protestas van a ir a más. "Cuanto más se endurezcan los recortes, más unidos iremos. No queda otro remedio. Eso sí, juntos pero no revueltos".