«Ha sido lo más parecido a parir». Así se mostró Francisco Picazo, uno de los tres magistrados de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Zaragoza -junto a Javier Cantero y Esperanza de Pedro-, y ponente encargado de dictar esta sentencia.

Visiblemente satisfecho, aseguró ante EL PERIÓDICO que ha sido una «ardua labor» porque «no es fácil tener en la mente los 84.000 folios de los que constaba el sumario». «Reconozo que he dormido mal durante más de tres meses, no he desconectado ni en vacaciones», afirmó, mientras apuntaba que llegó a emplear diez horas diarias.

Señaló que el «principal problema» es que la investigación parte del año 2009, los hechos delictivos se cometieron desde 1998 y las condenas o absoluciones había que ajustarlas al año 2016». «Ha habido modificaciones legislativas que había que tener en cuenta porque estamos en un Estado garantista», apuntó.

Por ello, no dudó en admitir que la instrucción «tenía que haberse desgajado en piezas separadas porque eso hubiera permitido enjuiciarse antes». No obstante, matizó que la investigación llevada a cabo tanto por la fiscala María Victoria Esponera como por el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de La Almunia, Alfredo Lajusticia, «fue la adecuada y digna de elogio». Picazo también destacó que los acuerdos entre algunos procesados y las acusaciones les han ayudado a redactar la sentencia». Asimismo, resaltó que «no ha habido discusiones entre los magistrados, ya que «el tema estaba claro».