El proyecto de urbanización del entorno del Portillo, aparcado sine die dentro del paquete de obras pendientes de Zaragoza Alta Velocidad podría empezar a ejecutarse, aunque de forma parcial, a lo largo del 2013. Y sin coste alguno para la sociedad pública. Sería el principal beneficio de un cambio de cromos con La Caixa por el que la entidad asumiría el acondicionamiento del entorno más próximo al museo CaixaFórum, junto a la avenida Anselmo Clavé y la zona de la vieja estación de Renfe, a cambio del importe (total o parcial) que debe abonar por hacerse con la titularidad del suelo. Este pasa a clasificarse como equipamiento privado en el planeamiento de la ciudad cuando esté terminado, en el primer trimestre del 2014.

Un objetivo para el que ya se han iniciado las conversaciones entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la entidad propietaria de este nuevo icono cultural de la capital aragonesa y sobre las que algunas fuentes consultadas por este diario ya apuntan a que existe un "principio de acuerdo". Desde La Caixa solo se admiten esos primeros contactos, pero niegan taxativamente que se haya cerrado, ni siquiera una propuesta técnica al respecto, "solo conversaciones".

Un mutismo absoluto acompaña a esta negociación entre el ayuntamiento y La Caixa que, según otras fuentes consultadas, tendría una valoración económica cercana a "unos dos millones de euros". El tiempo corre para la entidad, que pretende abrir las puertas de su museo a principios del año próximo y ve como el entorno del Portillo, que se prometía reconvertido en una amplia zona verde y peatonal, sigue siendo un inmenso solar segmentado por las barreras metálicas que apenas dibujan un pasillo para permitir el paso entre Anselmo Clavé y la calle Escoriaza y Fabro, y un acceso a la estación de cercanías.

EL ACUERDO PREVIO El suelo donde se levanta el CaixaFórum es de titularidad municipal aunque sus características urbanísticas hacen que figure en el planeamiento como equipamiento privado. Pero La Caixa quiere y debe ser el titular del mismo, en virtud del convenio firmado por ambas partes antes de iniciar las obras. El documento contemplaba la enajenación del mismo, lo que le va comportar unos costes a los que nadie quiere poner una cifra.

Con todo, lo que se pretende es compensar este pago con una obra que, por otro lado, se convertirá en prioritaria para el consistorio cuando el museo abra sus puertas. Hay que acondicionar sí o sí los accesos desde los viarios más próximos, adecentar una zona que, al margen de las obras, sigue presentando una apariencia lamentable tras las demoliciones de las edificaciones que allí se levantaban y los preparativos para la ejecución de una urbanización que nunca llegaron a pasar de la fase de proyecto. Ni siquiera se llegaron a sacar a concurso.

A LA OBRA SOCIAL En aquel convenio se podría haber decidido la cesión del suelo o del derecho de superficie, pero se optó por la enajenación. Y cumple con la legalidad porque esta venta se hacía a la Obra Social, que no tiene ánimo de lucro. Un dato fundamental ya que, de ser La Caixa directamente, se tendría que haber sacado a concurso para adjudicárselo al mejor postor.

Sin embargo, desde La Caixa se insiste en no dar por cerrada este cambio de cromos. Solo se trata de ejecutar la urbanización en lugar de desembolsar dos millones de euros este año o el próximo. Y eso que le vendría muy bien a su equipamiento cultural tener la operación aprobada cuanto antes. O al menos con el tiempo suficiente para realizar las obras en el entorno en cuanto finalice la obra civil y solo les falte rematarlo con el acondicionamiento de las salas y la musealización.