Al calor de la crisis, de la indignación, de las reivindicaciones y del fuerte espíritu de protesta del 15-M nacieron las llamadas mareas. Estos colectivos, que se hicieron eco del malestar de los ciudadanos, también reflejaron las críticas de varios sectores profesionales en los que los recortes dieron un buen tijeretazo.

Optaron por dividirse en colores en función de su área. Y Aragón se sumó a esta iniciativa. Se creó entonces la Marea Verde (enseñanza pública), la Marea Blanca (sanidad pública), la Marea Naranja (servicios sociales) y, entre otras, la Marea Negra (funcionarios de la Administración). La mayoría sigue en activo, aunque han reducido sus movilizaciones. Otras han sido arrastradas por la corriente. Antes mareas altas, ahora mareas bajas.

MAREA VERDE

La Marea Verde no ha desaparecido, pero sus componentes admiten que el movimiento se encuentra en un momento de stand by. «La gente tiene la sensación de que la situación ha mejorado, aunque no sea del todo así», expone Francisco Freire, uno de sus portavoces en Aragón. Sin embargo, advierten de que, pese a la aparente quietud, ellos continúan vigilando estrechamente las actuaciones de las administraciones. «Seguimos los movimientos del Departamento de Educación y las reivindicaciones de los compañeros, pero no se exterioriza como en otros momentos con encierros o movilizaciones. Hay que recordar que Marea Verde nació porque los sindicatos no cumplían su papel y para dar voz a los que no se sentían representados por ellos», recuerda Freire.

Por eso, el movimiento admite que «si la gente no está en la calle, Marea Verde tampoco», aunque advierte que las protestas volverán «si se aprueba la LOMCE o finalmente se realiza la reválida de 6° de Primaria». En todo caso, Freire reconoce que «no es que la situación esté mejor, sino es que era difícil que fuera a peor» y rechaza que la inactividad actual del movimiento se asocie estrechamente al cambio de gobierno en la comunidad. «Es una equivocación pensar que antes estábamos en la calle porque había un Gobierno de derechas y ahora no. Ha coincidido que cuando nació Marea Verde fue porque se forzó mucho la situación por parte de un Gobierno del PP que ahora ha cambiado. El nuevo está realizando los primeros movimientos y en función de cómo sean se volverá a la calle», asegura. Como nunca ha dispuesto de una «plantilla estable», Marea Verde no ha registrado reducción de personal. «Ha habido quien ha cambiado de funciones y otros que han delegado, pero siempre hay voluntarios en un espacio que no es algo cerrado, sino participativo», dice Freire. «Hay que motivar e implicar más a la gente»

MAREA BLANCA

Carmen Valencia, portavoz de Marea Blanca Aragón, reconoce que «el cansancio» ha podido con mucha gente a lo largo de estos años. «Hay reivindicaciones que no se han solucionado, porque esto es el cuento de nunca acabar y sigue habiendo problemas de plantilla, lista de espera, recursos que no se reponen u hospitales que no llegan. Hay que motivar e implicar a más gente», dice. Este colectivo se reúne en Zaragoza una vez al mes. La última fue el pasado miércoles, en la cafetería del hospital Clínico.

«Aquí debatimos sobre la situación de la sanidad pública en la comunidad. Es cierto que ya no hay grandes movilizaciones en la calle y ahora le estamos dando un periodo de gracia a la DGA, pero seguro que pronto hacemos algo porque vemos cosas negativas. El tiempo de espera ha terminado», añade Valencia. Desde Marea Blanca Aragón consideran que a nivel nacional «la situación está un poco espesa» y la publicidad que antes se hacía de los colectivos no es la misma. «En muchas comunidades ha cambiado el gobierno, pero eso no significa que hayamos desaparecido nosotros», dicen.

Valencia recuerda al consejero de Sanidad, Sebastián Celaya, que «él mismo formaba parte activa de plataformas estos años atrás. Si antes protestaba por cosas que no está gestionando ahora, tenemos que rebatirlo. Hay que hacer algo», señala la portavoz de este colectivo. Marea Blanca Aragón valora «positivamente» que el hospital de Alcañiz se construya 100% de forma pública, pero se hace muchas preguntas: «¿Cuándo será una realidad ese centro? ¿Y el de Teruel? ¿Y qué va a pasar con las consultas retiradas del Grande Covián y el Pablo Remacha? ¿Y las listas de espera quirúrgicas y las citas del especialista cuándo dejarán de ser un problema? ¿Y en qué momento más contratación de personal para superar los servicios bajo mínimos?». «Hay menos ruido, pero los problemas están»

MAREA NARANJA

La Ley de Dependencia y su pésimo desarrollo en Aragón, los recortes en servicios sociales y el retraso de los pagos del Ingreso Aragonés de Inserción (IAI) fueron el caballo de batalla de Marea Naranja en la comunidad. Ahora, tienen «entre ceja y ceja» analizar la puesta en marcha de la Ley de Renta Básica, según dice su portavoz, Rosa Sánchez. «Seguimos activos porque no se han resueltos muchas cosas. Hay elementos que afectan a familias en exclusión, a colectivos vulnerables, a inmigrantes o a mujeres solas que queremos resolver. Hay menos ruido, pero los problemas están», apunta.

El Espacio de Información y Derechos Sociales es el punto de encuentro de Marea Naranja. Se reúnen todos los miércoles en el barrio de San Pablo, en Zaragoza, y allí «en un análisis grupal» analizamos cómo están las cosas. «Es cierto que el volumen de gente ha bajado porque hay cuestiones como el IAI que la DGA ya ha resuelto. Sin embargo, en el tema de dependencia tenemos a muchas personas que siguen viniendo a pedirnos asesoramiento porque hay problemas», dice Sánchez. Marea Naranja protagonizó durante meses incesantes protestas ante la sede del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS). «Las acciones estaban muy centradas en la calle. Ahora quizás son inexistentes por esa parte, pero ya ha pasado casi un año de la entrada del nuevo gobierno y estamos agotando ese plazo de espera», señala. A finales de este mes, Marea Naranja tiene prevista una movilización. «Las cosas no han mejorado», insiste Sánchez. «Nos permitió recuperar la autoestima»

MAREA NEGRA

Los funcionarios que no trabajaban en las áreas de sanidad, educación o servicios sociales se sentían excluídos del conjunto de las mareas. El colectivo parecía estar fuera de lugar entre los movimientos de protesta que protagonizaban sus compañeros más visibles. Esto cambió cuando los trabajadores de las llamadas «áreas oscuras» de la Administración decidieron visibilizar su malestar con una protesta todos los viernes. Acudían a sus puestos de trabajo con camisetas negras. Y salían a cortar la calle. «Nos permitió darle una vuelta a la imagen estereotipada del funcionariado», recuerda el sindicalista Paco González, de CCOO. El movimiento se artículo sin manifiestos ni liderazgos. Tanto CCOO como UGT y CSIF optaron por «diluirse» en la marea. Para González está es una de las claves que les permitió mantener salidas a la calle todos los viernes. Se dieron imágenes curiosas, como las de las «funcionarias emperifolladas» que se enfrentaban a la Policía. «La Marea Negra permitió que un sector resignado recuperara parte del prestigio y la autoestima perdida», señala González.

Los funcionarios públicos fueron los últimos en llegar a la indignación. El trabajo fijo les hizo aceptar durante más meses recortes, bajadas salariales, congelaciones, cierres de servicios y deterioros laborales. Además, en cierto modo la opinión pública les acusaba de ser causantes de la crisis. Pero una vez en marcha su presencia en las calles fue más continuada que el resto de mareas. Con el paso de los meses la potencia del movimiento se apagó. Los cambios electorales devolvieron servicios como el cierre de los sábados de las bibliotecas y poco a poco regresa la paga extra del 2012. Pero las camisetas negras siguen en el armario.