Francia ha soltado este año en su vertiente del Pirineo un total de tres osas. Pero esta nueva invasión procedente del Norte no se acaba ahí, pues en breve liberará otros dos ejemplares, un macho y una hembra. A partir de ese momento, el plan de reintroducción entrará en un proceso de evaluación. Si el resultado es positivo, el Ministerio de Ecología del vecino país seguirá adelante con su proyecto, dado que se propone soltar en sus montañas a un total de quince osos eslovenos.

Hasta la fecha, a lo largo del presente año, han sido soltadas tres osas: Palouma (25 de abril), Franska (28 de abril) y Hvala (16 de mayo). Su liberación se ha producido en zonas del Pirineo limítrofes con Aragón y Cataluña, en concreto en las localidades de Burgalays, Bagn¨res-de-Bigorre y Arbas. Las tres sueltas se produjeron en medio de una gran oposición popular, dado que numerosos vecinos de los pueblos afectados consideran que los osos perjudicarán a la economía ganadera de sus municipios. Además, algunos hosteleros piensan que la presencia de plantígrados será negativa para el sector turístico, pues retrae a los visitantes poco amigos de las emociones fuertes y carentes de espíritu aventurero. Este mes, los opositores a la reintroducción han presentado un recurso ante el Consejo de Estado para paralizar la suelta de osos, pero ha sido rechazado. Se considera que son necesarios 60 individuos de la especie para garantizar su supervivencia.

El objetivo del Gobierno francés es evitar la desaparición del oso de la cordillera pirenaica, dado que en la actualidad sólo quedan entre 18 y 20 ejemplares, frente a los 150 que había a principios del siglo XX. La idea es que los osos traídos de Eslovenia se mezclen con los pocos autóctonos que aún resisten en el Pirineo y con los híbridos que son fruto de anteriores tentativas de repoblación.

El proceso de reintroducción del oso tiene su punto de arranque en la muerte de Cannelle. Considerada la última osa autóctona de los Pirineos, esta osa fue abatida a tiros por un cazador en noviembre del 2004, en el término de Urdos, cerca del puerto de Somport. El caso se encuentra en los tribunales de Justicia, que deben decidir si la muerte del animal fue el resultado de una acción premeditada o si, por el contrario, el cazador no tuvo más remedio que disparar al ser agredido por la osa. En cualquier caso, la oposición en Francia a la reimplantación del oso es muy fuerte y no parece dispuesta a cejar en su lucha. De hecho, recientemente un forestal encontró recipientes de miel llenos de vidrios rotos en el bosque donde se produjo una de las últimas sueltas.