La Guardia Civil de Tráfico se está volcando en los últimos años en la denuncia a los conductores aragoneses en mucha mayor medida que en su ayuda, y la brecha entre ambas funciones del cuerpo es cada vez mayor. Así lo reflejan las cifras del Ministerio del Interior, que en sus balances anuales constatan cómo las denuncias en carretera se dispararon un 34% entre el 2011 y el 2015 (el último dato disponible), de 112.000 a 150.000, mientras los auxilios (orientar, señalizar un siniestro o retirar un vehículo accidentado, entre otras) se han reducido a un tercio de lo que eran, de 52.000 a 16.000. El resultado es que acaban multando 9 veces más de lo que ayudan.

La tendencia es similar a nivel nacional, aunque a diferencia de en Aragón las denuncias se han mantenido en niveles similares en este lustro (crecen un 1%, de 2.345.404 a 2.380.121) mientras que los auxilios se desploman aún en mayor medida. En el 2015 fueron apenas un 16% de los que eran solo 5 años antes, bajando de 1,1 millones a 193.600.

Detrás de este desequilibro está, según denuncia la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), una «nefasta gestión política» basada en dos premisas: la coerción como medio de aumentar la Seguridad Vial y el afán recaudatorio.

Sobre lo primero, explican fuentes de la AUGC en Aragón, las autoridades políticas y los mandos del cuerpo cultivan la idea de que «a base de multas, se reducen los fallecidos en carretera». Algo totalmente equivocado para la asociación, como se vio el año pasado, con el aumento de las víctimas a nivel nacional. Ellos apostarían por la «concienciación y educación vial», pero no parece que sea la vía prioritaria.

UN MILLÓN DIARIO

A esta errónea visión se une lo lucrativo que resulta la denuncia y la consiguiente sanción. Los últimos datos publicados, correspondientes al 2014, reflejaban unos ingresos anuales por multas de tráfico de la Guardia Civil de 384.036.026 euros anuales, algo más de un millón de euros al día.

Ante esto, tanto la normativa como la estructura de funcionamiento del cuerpo se orienta a que los agentes multen cuanto más mejor, con incentivos o retirada de complementos de productividad, según denuncia la asociación. Ser el menos productivo de una unidad en este ámbito puede suponer unos 200 euros menos en la nómina, calculan, amén de otras consecuencias.

«Las multas no se pueden dejar de poner. Si observas una infracción que pone en riesgo la seguridad la tienes que denunciar», explicaban fuentes de la asociación en Aragón. «Siendo sinceros, con el reglamento en la mano, un conductor que vaya de Zaragoza a Madrid por la A-2 podría llevarse fácilmente 15 sanciones. Pero entre una actitud espartana y otra pasota, hay un término medio que creemos que es el que se debería fomentar. No somos cajas registradoras», protestan desde el colectivo.

Fuentes oficiales de la Guardia Civil negaron que exista «ningún tipo de presión» para que los agentes multen más. La AUGC en la comunidad se mostró de acuerdo en que el problema no está en los mandos -al menos en la agrupación de Tráfico-, sino en el sistema de baremación.

Este registro de actividad prima mucho más la denuncia que cualquier otra actividad. Hasta el punto de que, sospechan, los auxilios no se reducen tanto como reflejan las estadísticas, sino que ni se apuntan, porque no merece la pena el trabajo de tramitarlos para la escasa recompensa que conllevan. «De hecho, la percepción ciudadana se mantiene bien en este aspecto, no aumentan las quejas», apuntan.

La asociación maneja datos del 2016, aún pendientes de publicación oficial, que parecen confirmar la brecha entre sanción y ayuda. Con cifras hasta el tercer trimestre, las denuncias el año pasado habrían bajado un poco (hasta las 147.001, proyectando las 110.251 efectuadas hasta septiembre), pero aún más los auxilios, que se reducirían a 10.017, con 7.153 en los tres primeros trimestres.