Casado, con una hija y estaba jubilado desde hace años de una empresa de aires acondicionados

Alberto Martínez era el vivo ejemplo de que ir cumpliendo años no era estar quieto. Sus familiares destacan su casi obsesión por el deporte, ya que esquiaba, subía a la montaña y recorría las carreteras de Zaragoza y Huesca. Una afición que iba siempre ligada con la prudencia. "Seleccionaba hasta las zonas en las que circulaba para tener toda la seguridad posible", apunta una de sus sobrinas. Cuando no transitaba por la zona de Panticosa, elegía la N-330 de camino a Longares, lugar en el que siempre almorzaba con un grupo de amigos.