La presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, no tuvo reparos en advertir en su último discurso institucional como responsable del Ejecutivo autonómico esta legislatura, del "riesgo" y la "amenaza" que supone para la "institucionalidad" la más que probable llegada a las Cortes de nuevas formaciones políticas según los resultados que surjan tras el 24 de mayo. No los nombró, pero su intervención en el acto solemne del Día de Aragón en las Cortes sobrevolaba implícitamente una valoración política sobre Podemos. Lo consideró una amenaza: "Todos debemos esforzarnos para proteger nuestra institucionalidad y para hacer frente a la amenaza de lo que podríamos denominar la antipolítica aunque algunos lo llamen nueva política".

De este modo, Rudi se salió del guión protocolario que marca una jornada como la de ayer para tratar de preservar el sistema que ha existido durante los últimos años, tratando de marcar un blindaje del tejido institucional frente a la aparición de nuevas formaciones políticas que, como ella mismo admitió, han arraigado ante "el desapego mostrado por los ciudadanos en los últimos tiempos ante las instituciones, la política y los políticos" y responsabilizó también a la "falta de ejemplaridad de algunos y a las prácticas corruptas de otros" este fenómeno.

Abogó por erradicar "de forma tajante" ambas prácticas, y advirtió de que los partidos de la "antipolítica" pueden debilitar "el carácter pactista de las próximas Cortes". Continuó con su campaña de desprestigio hacia estas formaciones --cuyo principal aspirante, Pablo Echenique, asistió al acto-- indicando que "expresan la voluntad de anteponer el bien común al beneficio de partido, la convivencia al conflicto y el sentido de comunidad al ciego prejuicio del sectario".

CRÍTICAS AL CENTRALISMO

Además de la defensa de los pactos, volvió a recordar su españolidad y la de los aragoneses, pero también rechazó el impulso de "una involución centralista de inspiración jacobina, atendiendo solo al peso presupuestario y no al valor social y político de las cosas". Y añadió: "Lo último que necesitamos es que se nos haga invisibles y que se nos intente recortar autogobierno, con la excusa de un supuesto interés nacional o de falsas razones de eficiencia económica". Esta pequeña indirecta a otras formaciones emergentes como Ciudadanos e incluso a algún miembro de su partido fue precedida de otra advertencia: "Avanzar en la consolidación fiscal y el control del déficit es muy importante, pero no a cualquier precio. No al precio de lo aragonés".

Admitió además que la crisis económica se originó por "prácticas financieras consistentes en prometer enormes intereses sin correr riesgo alguno", algo que definió como "un fraude" e insistió en que hay programas políticos que también "prometen rentabilidades imposibles" y pueden originar "un grave deterioro político e institucional".

Asimismo, su balance de Gobierno consistió en "una nueva relación entre las instituciones y los ciudadanos, volcada sobre el protagonismo de estos y no sobre la presencia excesiva de aquellas".