Pedro Sánchez dice que ha hecho lo posible para evitar la repetición de las elecciones generales. Salvo acercarse al PP y negociar con los partidos independentistas, lo ha probado casi todo en estos últimos cuatro meses: esperar a que Mariano Rajoy negociase su investidura como candidato más votado, dar el paso adelante cuando el presidente en funciones declinó por sorpresa la propuesta del Rey, abordar un acuerdo "transversal" con Podemos y Ciudadanos para llegar a la Moncloa, sellar una alianza con Albert Rivera e intentar que Pablo Iglesias se sumase a ella o al menos se abstuviera. No lo ha conseguido, pero el secretario general afirma estar convencido de que el PSOE está ahora en mejores condiciones de enfrentarse a los nuevos comicios, ya que ha entendido que en estos tiempos sin mayorías absolutas hay que "ceder" para lograr "el cambio".

Los críticos con el actual líder de los socialistas, que son numerosos y quieren forzar su relevo si el próximo 26 de junio no se convierte en el jefe del Ejecutivo, observan este periodo bajo un prisma muy distinto. Creen que Sánchez asumió un protagonismo no acorde a los 90 diputados que logró el 20 de diciembre, que sobrevaloró sus posibilidades y que al ir tan lejos de la mano de Ciudadanos, a través de un pacto en el que se renunció a promesas centrales del programa (como la derogación de la Lomce y de la ley mordaza) ha "blanqueado" la formación naranja, que se ha desprendido del aroma a derecha que le adjudicaron los socialistas en la pasada campaña, y ha "estrechado" el espacio político de los socialistas, cuyo proyecto es ahora "mucho más indefinido". Por el camino, continúan, ha dado aire a Rajoy, quien trasladó toda la presión al PSOE y ahora encara las elecciones "fresco".

Pero Sánchez, quizá el dirigente al que más veces se ha dado por amortizado en los últimos tiempos, ha logrado mantenerse al frente de su partido cuando gran parte de los líderes territoriales querían despedirlo. El comité federal de los socialistas aprobó ayer el calendario de las primarias para elegir al próximo candidato, que no se celebrarán al carecer de rivales internos el secretario general, que repetirá como cabeza de lista. "En este momento trascendente, en esta encrucijada en la que se sitúa España, os quiero pedir unidad y confianza hasta el 26 de junio", dijo Sánchez en su discurso, en el que se presentó como la izquierda posibilista frente a Iglesias, a quien culpará de la continuidad de Rajoy para recuperar al electorado socialista que en diciembre votó a Podemos.

Consciente del pantanoso terreno que pisa, Sánchez ciñó la petición de apoyo hasta las generales. Después ya se verá. Su permanencia en el liderazgo socialista será muy difícil si no alcanza la Presidencia del Gobierno o mejora sus resultados. Todos las miradas, mientras, se dirigen a la andaluza Susana Díaz como posible recambio.