--Nueva ley universitaria, nuevos estatutos, nuevos edificios... La institución se está transformando poco a poco, aunque a veces da la impresión de que estos cambios no trascienden a la opinión pública.

--Eso significa que las cosas se están haciendo bien, y lo bueno a veces no trasciende.

--La semana pasada presentó al Claustro su informe anual, que fue aprobado. En su exposición no hubo ni un asomo de autocrítica. ¿No fue excesivamente triunfalista?

--No creo, aunque respeto todas las interpretaciones. Simplemente expuse las actuaciones de este equipo rectoral, que pueden contrastarse en nuestro plan estratégico. No me caracteriza el triunfalismo. No hay un solo día en el que no haga autocrítica.

--Uno de los grupos de profesorado que le sustenta, Colectivo, le dio un apoyo crítico. ¿Lo tomó como un aviso?

--Fue un ejercicio de crítica constructiva que agradecí, porque lo que queremos es mejorar. No voy a caer en la autocomplacencia.

--Las asociaciones de estudiantes están disconformes con su gestión.

--Respeto sus opiniones, pero al reflexionar sobre las razones por las que rechazan mi gestión veo que muchas de ellas se deben a cuestiones que se han debatido en la comisión que ha elaborado el borrador de los nuevos estatutos, como la participación de los alumnos en los órganos de gobierno o el número de convocatorias de los exámenes, y que por tanto no me competen. Sobre esta última cuestión, me gustaría que se hablara más de modelos de enseñanza y de éxito escolar que de cuántas oportunidades van a tener los estudiantes para aprobar una asignatura.

--A la hora de votar su gestión, sólo se encontraban en el Claustro 181 de sus 300 miembros. ¿No cree que esta situación, que es habitual, da muy mala imagen del campus?

--Lo ideal sería que estuvieran los 300, pero hay que tener en cuenta que la votación fue casi a las tres de la tarde, después de más de cuatro horas en las que se debatieron las enmiendas del nuevo reglamento del Claustro. De todas formas, lo sensato sería hacer una interrupción a la hora de comer y continuar por la tarde, pero por desgracia hemos convertido en normal algo que no debería serlo.

--En algunos círculos docentes se comenta la preocupación de unos 900 profesores contratados ante la inminente aplicación de la LOU. ¿Qué va a pasar con ellos?

--Su situación depende de un decreto que debe aprobar la DGA y que está en fase de información pública, pero no creo que haya problemas. Hay que tener en cuenta que la Universidad de Zaragoza, gracias a la política de estabilización de los últimos años, es una de las que tiene menos profesores eventuales.

--Si la DGA prorroga sus presupuestos en el 2003, ¿qué problemas puede provocar a la universidad?

--La financiación básica estará asegurada, pero el problema será que no podremos atar el capítulo de inversiones.

--Hablando de inversiones, desde hace tiempo se habla de establecer un nuevo plan de infraestructuras con la DGA y con la ayuda financiera de la Unión Europea, pero de momento no hay nada firmado.

--No, y nos gustaría hacerlo cuanto antes porque los trámites de este tipo de obras siempre son largos. Aspiro a que este plan de inversiones pueda firmarse antes de las elecciones de mayo, porque con este gobierno o con otro tenemos la voluntad de sacar adelante estos proyectos.

--¿Qué actuaciones serán las más destacadas?

--La remodelación de la Facultad de Filosofía y Letras, una nueva ubicación para la Facultad de Educación, la construcción de edificios para la investigación y una residencia de estudiantes en el campus del Actur, la rehabilitación del viejo edificio del Centro Politécnico Superior, la construcción del Laboratorio de Encefalopatías Espongiformes Bovinas, un pabellón deportivo y un edificio polivalente en Huesca, la sede del vicerrectorado en Teruel... Después del plan Universidad 2000, ahora se trataría de mejorar instalaciones que ya existen y hacer algunas que se quedaron fuera.

--¿Y el Paraninfo? Lleva años peregrinando por instituciones y entidades financieras para conseguir dinero para su completa rehabilitación.

--Hay voluntad política y de otras instituciones y creo que en breve podremos anunciar que tenemos el dinero suficiente para acometer este proyecto de una manera definitiva, pero ahora no puedo adelantar más. Lo único que puedo decir es que Zaragoza no puede permitirse tener un edificio como ése en las condiciones de deterioro en las que está.