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Tres salidas (y II)

Lo malo de que Zaragoza esté arruinada no es sólo que cualquier día de estos no podrá afrontar ni sus gastos más simples, sino que además se ve obligada a cambalaches urbanísticos perversos, cuyo resultado está siendo desintegrar la ciudad compacta encareciendo a medio plazo todos sus servicios, lo cual no hará sino agravar los actuales problemas.

Lo que parece más razonable es coger el toro por los cuernos y abordar una solución múltiple pero adecuadamente matizada. ¿Hay que subir tasas e impuestos? Supongo que no quedará más remedio; pero hágase paulatinamente y aplíquese de forma progresiva de tal forma que se incremente más, por poner un caso, el impuesto de circulación de los coches grandes y potentes que el de los utilitarios. ¿Por qué no aplicar un sistema de tramos a la tasa del agua para penar los consumos altos? ¿Por qué no ir a un servicio de recogida de basuras a la suiza , que además de permitir mejor el reciclaje discrimina también en el coste del servicio (más lo usas más lo pagas)?

El gasto corriente hay que bajarlo, pero ya. Y no sólo un uno por ciento. La administración municipal puede y debe ser más eficiente y más ligera . ¿Habrá que ir reduciendo personal? Por supuesto que sí, digan lo que digan los sindicatos. Es absurdo e injusto que las instituciones públicas ignoren los criterios más elementales de productividad y economía de recursos humanos.

Queda la bicha: el suelo municipal. Puede salir al mercado, por qué no. Sin embargo al Ayuntamiento sólo le cabría disponer de sus solares (que son de todos) para VPO o vivienda a precio tasado o para servicios. Siempre en operaciones transparentes que se dirijan a controlar la especulación, no a promoverla.

Bonito pero irreal, dirán ustedes. Y les doy la razón. No ha de ser cosa fácil enderezar la contabilidad municipal. Pero o se hace con talento y criterios progresistas, o vamos aviados todos.

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