--¿Qué se siente cuando las fiestas están a punto de comenzar?

--En primer lugar, la preocupación de que todo salga bien y, por otro lado, un cierto grado de satisfacción porque durante estos días la gente de Delicias sienta el orgullo de pertenecer a este barrio y protagonizar las segundas fiestas más importantes de Zaragoza.

--¿Qué cree que hace que sea tan especial esta cita, el pasado o el espíritu con el que se viven?

--Hay mucho de las dos cosas. El pasado, porque son casi 25 años celebrándose y en Delicias hay mucha tradición de fiestas, y por otro lado, a diferencia de otros sitios, aquí nacen del tejido social, de las peñas, de gente comprometida con el barrio y lo que es el espíritu del peñista, y eso hace que tengan un componente social más extendido y arraigado. Las fiestas nacen del pueblo y eso les da más fuerza.

--Comparado con otros años, últimamente parece que el cartel ha perdido un poco de fuerza, como por ejemplo en los conciertos.

En el 2003, cuando se abrió la crisis sobre dónde ubicar las fiestas, se debatió en la Junta y en el barrio sobre la necesidad de rebajar un poco el nivel de las fiestas, en el sentido de que no se podía ir a buscar grandes actuaciones, por el presupuesto y porque había que ajustar las fiestas al espacio. En el parque Delicias no se puede programar un concierto para 7.000 personas, es un impacto medioambiental que no se puede asumir.

--Pero el presupuesto también es inferior...

Relativamente. No hemos ido a presupuestos expansivos porque en el 2003 hubo un ajuste presupuestario porque también se habían cometido algunos desfases en años anteriores, y lo aceptó todo el mundo. La Comisión también podría haber buscado alternativas para organizar citas más multitudinarias pero entendieron la necesidad de marcarnos unos límites.

--¿Hay mayor unidad entre las partes que organizan las fiestas?

--Desde que se creó el debate sobre las fiestas todo ha discurrido con mucha unidad, no ha habido roces. Antes sí habia mayor distanciamiento, pero, por suerte, eso cambió.

--¿El cambio se produce con su llegada a la Junta?

--No, creo que se da desde que se toma el riesgo de llevar las fiestas al parque, fue un cambio necesario y lo asumí con todas las consecuencias. Entendimos que era el único sitio y hubo que demostrar que era viable, en contra de los informes dados por Parques y Jardines. Después de esa primera vez, nadie dudó que era la decisión más acertada.

--El parque se ha convertido en el punto de encuentro por excelencia.

--Pensamos que debía ser un lugar para todo tipo de actividades, siempre que no sean devastadoras. También es un centro de convivencia para los nuevos vecinos, por lo que la gente también lo convierte en lugar de referencia. Además, sus propios usos del día a día, hacen que sea un centro neurálgico de actividad.

--Y pronto dispondrá de más novedades.

En las esquinas del parque se van a hacer nuevas instalaciones para contar con un teatro, un centro de convivencia, una residencia para la tercera edad, el polideportivo y la piscina cubierta. Si añadimos que se crearán las instalaciones del departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón y del Banco de Sangre, le dotarán de una nueva entidad.

--¿Qué otros proyectos tienen en mente para el futuro?

--Se está buscando mejorar la calle Delicias, con remodelaciones que darán un mayor dinamismo a la zona y, posteriormente, avanzar en la peatonalización. Además, hemos redactado ya un proyecto para realizar, donde convergen las calles Delicias y Caspe, una plaza pública, con unos jardines colgantes y, debajo, un equipamiento para las asociaciones de vecinos y de comerciantes. También se está actuando en otros frentes, como el de urbanismo, con la transformación de los límites del barrio, en cuanto al desarrollo de los terrenos del entorno de la estación Intermodal y de los de El Portillo.

--Por otro lado, la integración forma parte de la filosofía del barrio. ¿Qué aspectos están trabajando?

--Se está avanzando mucho en el sistema sanitario público, en la educación y en la formación laboral para mejorar las condiciones de convivencia y ayudar a una mayor integración social. En este sentido, las fiestas suponen una oportunidad para todos de entrar en contacto y que los nuevos vecinos conozcan también nuestras costumbres.