José Antonio V., de 36 años, ingresó en la cárcel de Zuera el pasado sábado. Un día antes había cometido dos atracos, rompió un coche de la Policía y lesionó a un agente que se encontraba fuera de servicio cuando fue a detenerle. Hasta ese día tenía un corto historial delictivo, tan solo dos detenciones por delitos de violencia de género y atentado contra un agente de la autoridad.

Poco antes de las nueve de la noche de ese día, mientras la mitad del centro de la ciudad aún estaba anegado por la rotura de una tubería en la plaza Paraíso, José Antonio se ocupaba en desvalijar a un ciudadano en el cajero automático de La Caixa en el paseo Teruel, junto a la comisaría del DNI. Tras apoyarle un objeto contundente en el costado, le exigió que sacara todo el dinero que pudiera con su tarjeta, 900 euros.

En un cafetería muy próxima al lugar se desarrollaba en aquellos momentos una alegre tertulia entre un subinspector de policía fuera de servicio, un exagente y un magistrado. A este lugar acudió la víctima en busca de ayuda al grito de "me han atracado".

El asaltante debía de creerse impune, porque todavía no había abandonado el lugar de los hechos y los agentes le interceptaron en el cruce de las calles Benito Pérez Galdós y Cánovas.

El atracador no estaba dispuesto a facilitarles el arresto. Golpeó al subinspector, al que le abrió una brecha en la cabeza y también atacó al exagente, quien le dio un golpe en la pierna para reducirle. Los policías de un zeta que se trasladaron al lugar tuvieron problemas para introducirle en el vehículo, cuya puerta rompió de una patada.

Ese mismo día, José Antonio había cometido un atraco en una tienda de frutos secos en la calle Hernán Cortes, donde robó 200 euros y a cuya dependienta atacó con un spray de defensa personal, el mismo objeto utilizado para asaltar al cliente del cajero. En su poder se recuperaron tres tarjetas de crédito, un carnet de conducir y un DNI de otras personas que, al parecer, había robado de dos vehículos estacionados fuera de Zaragoza.

Al ser preguntado por los atracos, el detenido alegó que había perdido dinero en el juego y quería recuperarlo para evitar un disgusto con su mujer. Vistos sus antecedentes y la violencia de su comportamiento, no cabe duda de que su intención era piadosa, ya que el disgusto con su cónyuge podía haber derivado en una paliza.