Pasé por Salvador Minguijón (Las Fuentes-Zaragoza) justo cuando radios y televisiones se arremolinaban en torno a la administración de lotería que había vendido el Gordo. Miré el espectáculo con sincera nostalgia porque en realidad yo también jugaba un número comprado allí; sólo que el mío era otro y a ése, pobrecico mío, ni la pedrea. Que haya salud, oigan, y no nos falte de de comer. Amén.

Los que más juegan a la lotería en España son los sorianos, que lo hacen con la fe de los pobres históricos y suelen obtener buenos resultados. Los aragoneses recelamos más del azar, preferimos una oposición a funcionario o trabajar en una caja de ahorros. Nos sentimos pobres como cualesquiera otros españoles irredentos de la Iberia profunda; pero como algo nos hace sospechar que tan mal (¡tan mal!) tampoco estamos, al final no compartimos el sentido fatal de los castellanos ni su absoluta esperanza en los milagros.

Lo cierto es que la Tierra Noble no suele ser demasiado agraciada en los juegos, aunque sus hijos sí tienen cierta facilidad para ganar oposiciones. Tampoco somos pobres de verdad, sino más bien clase media-alta (de acuerdo con los parámetros españoles). Es lo que dicen las estadísticas. Hemos decidido fingir, pese a todo, que el secano irredento nos estrangula, que todavía somos exportadores de recursos humanos y que envidiamos a nuestros vecinos, especialmente a catalanes, vascos, navarros y riojanos, por este orden.

Sin embargo querríamos ser como los valencianos porque añoramos ese Mediterráneo, esos huertos de naranjos en flor y esas playas sobre las cuales el hormigón se transforma en oro puro sin necesidad de piedra filosofal alguna y sin tener que darle muchas vueltas a la cabeza. La crisis económica ha descompuesto de repente tan prodigiosa transmutación, pero aquí (entre nieve, cierzo y niebla) todavía no queremos enterarnos. Miramos ávidos al Levante (como desde allí miran ávidamente nuestro río) y nos relamemos al pensar que la mejor lotería es un buen terreno edificable con vistas al mar.

¡Quién lo pillara!