Tere Pérez es ya famosa. Salió en todas las portadas. En los informativos. Pasadas las doce de la mañana, cuando se conoció que la administración número 56 de Zaragoza había vendido diez décimos del 32.365, corrió la voz de que ella poseía uno de los boletos. Al principio, ante las preguntas de los periodistas, se mostró esquiva, reticente a hablar. Pero luego, dejó su puesto de venta y salió a la calle botella en mano, gritando: "Me ha tocado, me ha tocado". Pasadas 24 horas, las dudas se ciernen sobre el mercado Ebro. La pescadera ya no quiere hablar. Y algunos de sus compañeros aseguran que todo fue "mentira", explica el carnicero. Lo mismo dice la panadera, "ni ella ni el verdulero tenían el número, es todo falso". El malestar y el ambiente enrarecido es patente.

"Hoy no voy a hablar, no me preguntes nada", espeta Tere ante las primeras preguntas. Mientras, atiende a las clientas. No hay sonrisas. Lo mismo sucede en el puesto de las verduras. El supuesto agraciado con un décimo, es decir, 300.000 euros, Jesús Serrano, continúa con su trabajo habitual. "Tengo mucho lío, no te puedo contestar nada". A la salida, varios responsables de puestos reiteran que el Gordo "no ha tocado a ningún trabajador del mercado". Y adviertan que algunas clientas están muy molestas con este tema y han amenazado con no volver a comprar allí. Incluso Mari Mar, prima de Jorge, el marido de Tere, insiste en que "no tienen ningún décimo". E incluso se atreve a decir que la pescadera "en ningún momento dijo que le había tocado".

Al lado del mercado, Alejandro Salvador sigue atendiendo en su puesto de lotería. Constata que le sorprendió la reacción de la pescadera y asegura que ella no tiene ningún décimo premiado. "Yo creo que del mercado no ha tocado a nadie. Fue todo una broma. Cuando la vi con la botella de champán me quedé bastante sorprendido". Y mentalmente hace cuentas de a quién vendió la serie. Sabe que un cliente habitual tiene cuatro, que compró para repartir entre sus hijos. "Ha venido esta mañana a saludar y a darme las gracias. Pero prefiere no salir". Otros dos vecinos del barrio tienen un boleto cada uno. Al que hay que sumar el que está en manos de los propietarios de la imprenta del barrio. En total siete. Faltan otros tres. "No sé quién los puede tener, pero nadie del mercado". O eso, o los tienen y no quieren que se sepa.

Para el propietario de la administración número 56, la mañana de la resaca del sorteo de Navidad fue de más trabajo. "Hemos tenido mucha gente durante toda la mañana. La mayoría, clientes habituales, pero también algunos que no los conozco y que vienen porque saben que hemos dado El Gordo", cuenta Alejandro Salvador. Las ventas del día de ayer fueron todo de lotería del Niño. "El 32.365 ha dejado mucha alegría en Las Fuentes".

Mientras Alejandro Salvador vendía los últimos décimos de la mañana, Francisco Alaver preparaba, junto a sus compañeros de la agrupación deportiva Zaragoza Runner, la IV San Silvestre de Las Fuentes, que se celebrará el 28 de diciembre. Él es poseedor de uno de los boletos agraciados. "Mi vida sigue igual. Quizás más relajado y con las inversiones más apoyadas por el dinero que nos ha tocado, pero nada más", explica mientras brinda con sus amigos en el bar Shorey. Junto a su hermano regenta una empresa de artes gráficas. Aunque el número lo compró su padre, este ya anunció que se lo daría a sus dos hijos. "Hoy no ha sido un día muy distinto, hemos abierto a la misma hora y luego he ido a organizar la San Silvestre. La vida sigue", sentencia Francisco Oliver.

Sí. La vida sigue. El calambre en forma de lotería que recorrió Las Fuentes, poco a poco se va pasando. Aunque en el mercado Ebro siempre quedará la duda de si toda la celebración fue una gran y esperpéntica mentira. O quizás no. Quizás no haya tantas dudas.