El hospital Miguel Servet de Zaragoza ha comenzado a centralizar en el servicio de Neumología las revisiones para los trabajadores que han estado expuestos al amianto, un mineral cuya exposición puede causar graves problemas pulmonares. En los tres meses que lleva en activo esta unidad, que lleva el doctor Jesús Arribas, ya se ha revisado a 70 pacientes.

--¿En qué consiste el trabajo de la unidad?

--Todo se ha organizado a instancias de la DGA. Hacemos una serie de revisiones periódicas a trabajadores que han estado expuestos en su ambiente laboral al amianto. La idea es realizar unos estudios periódicos con la finalidad de detectar enfermedades relacionadas con el asbesto de una manera precoz, lo antes posible, para tratar a los pacientes.

--¿A cuántos pacientes prevén controlar?

--Inicialmente había casi 500 pacientes a los que se iba a revisar, pero en estos momentos hay 200 adicionales y probablemente crecerán. Esos 500 se hicieron a partir de los archivos de la DGA. Después hemos tenido constancia de que hay bastantes más trabajadores con los que no se ha podido contactar, por lo que el Ejecutivo autonómico va a tratar de localizarlos para que se incorporen también al estudio. Los propios trabajadores nos han comentado que existen más personas que han estado en contacto con el amianto. El número de pacientes en estos momentos, unos 700, es aproximado, pero probablemente crecerá.

--¿Cuál será la periodicidad de los controles?

--En principio a aquellos trabajadores que están completamente sanos se les hacen revisiones cada tres años. Se suele hacer una exploración general, un estudio radiológico y otro de función respiratoria. Como norma general. En aquellos que aparezca algún tipo de patología benigna relacionada con el amianto se harán controles anuales y a los que encontremos enfermedades de un cierto calado se les revisará con la periodicidad que sea necesaria.

--¿Qué tipo de patologías están relacionadas con el amianto?

--A nivel de aparato respiratorio, donde se conoce mejor los efectos del asbesto, hay dos tipos de patologías muy diferentes que van a afectar al pulmón y a la pleura. Dentro de estos tipos de enfermedades hay unas que se comportan de una manera benigna, que no entrañan un deterioro de la calidad de vida del trabajador, y otras que son potencialmente muy agresivas y mortales. Unas provocan un endurecimiento de la pleura y el pulmón y otras dan lugar a problemas neoplásicos, cancerosos, que son los más agresivos.

--¿Cuáles son sus primeras conclusiones a partir de las revisiones ya realizadas?

--El porcentaje de patología grave encontrada hasta ahora es muy, muy bajo, aunque hay que tener en cuenta que solo hemos revisado a 70 pacientes y contamos con los resultados en el 20% de los casos, por lo que establecer una estadística fiable todavía no es posible. Hasta ahora hemos visto un número significativo de procesos que podemos calificar de benignos.

--Qué perfil tienen los trabajadores que están atendiendo?

--Hasta este momento la totalidad son hombres, trabajadores ya jubilados, que ya no están en contacto con el ambiente laboral. Las empresas que han manipulado este tipo de sustancia suelen ser de locomoción y de la construcción, sobre todo las relacionadas con derribos.

--El objetivo de la unidad es la detección precoz. ¿Se pueden evitar estas enfermedades?

--Eso es lo que se pretende. En algunos casos no se puede conseguir porque la enfermedad va por libre y en otros porque es demasiado grave. Sí podemos conseguir suprimir algunos factores que de alguna manera aceleran o facilitan que la enfermedad se desarrolle, como el tabaquismo. Ser fumador activo y haber estado en contacto con amianto es un cóctel que aumenta y acelera el desarrollo de las enfermedades relacionadas con el asbesto.

--¿Es posible haber estado en contacto con el amianto y no desarrollar nunca ninguna patología asociada?

--En estos momentos el porcentaje de pacientes en los que no se va a encontrar algo es alto. Pero esto no te puede dejar tranquilo, cuando más tiempo pasa desde el contacto con el asbesto es más fácil que se desarrolle porque se requiera un periodo de latencia mínimo de entre 15 y 20 años como mínimo desde el primer contacto con la sustancia. Ese periodo es variable, dependiendo de la intensidad del contacto con el mineral.